Ayer nos sobraban titulares y hoy nos faltan. Buena noticia para el PSOE y mala para los periodistas. Los socialistas andaluces ya no son noticia; como mucho son una noticia normal, es decir, una noticia que ha dejado de abrir los noticieros. En política está bien ser noticia, pero está mejor no serlo demasiado. Los socialistas ayer, como los catalanes hoy, lo saben bien.

El de ayer en Sevilla fue el primer Comité Director del PSOE andaluz en año y medio que cabría calificar de normal. El anterior fue en mayo pasado, reunido simplemente para convocar el congreso regional que confirmaría el liderazgo de Díaz pero desarrollado todavía bajo el shock de la derrota en las primarias. Y no digamos el anterior a ese, celebrado en el otoño de 2016 en plenos prolegómenos de la ‘guerra civil’ socialista.

“No somos un partido cualquiera”

La novedad del Comité Director de ayer es que los presentes ya no pensaban en la guerra sino en la paz: no en cómo derrotar al bando civil contario ni en darle vueltas y más vueltas a las causas de la injusta derrota, sino pensando en las cosas de siempre, las del gobierno, las cosas que han hecho, en palabras de José Rodríguez de la Borbolla en su breve alocución inicial como presidente del Comité, que “el PSOE de Andalucía no sea un partido cualquiera, el único partido de todos los territorios que ha mantenido ininterrumpidamente la confianza” de la gente.

Por todo ello, no era fácil encontrarle un titular de impacto al discurso de la secretaria general Susana Díaz, y no porque fuera un mal discurso sino porque el ambiente de la reunión ya no olía a división interna del partido, que entre los periodistas tiene el mismo efecto que tiene para los tiburones el olor de la sangre: los vuelve locos hasta el punto de mostrarse incapaces de mirar a otro sitio o de pensar en otra cosa.

Derechos, crecimiento, igualdad

Los ejes de la intervención de Díaz fueron los propios de cualquier programa de la socialdemocracia clásica: los derechos sociales, el Estado del bienestar, la igualdad política, la equidad presupuestaria, el crecimiento económico… Ah, y las elecciones, aunque Díaz aludió a ellas únicamente para chotearse un poco de la obsesión del Partido Popular, que con muchos meses de antelación se ha puesto en modo electoral, él sabrá por qué: “Se van a llevar un disgusto quienes tienen prisa en ir a las elecciones”.

Díaz, desde luego, no la tiene por ahora, como no la tendría ningún gobernante que tuviera amarrada la estabilidad sin necesidad siquiera de un gobierno de coalición, sino “solo con un acuerdo de investidura”. ¿Quién da mas? El Gobierno de Rajoy desde luego que no: “No tiene Presupuestos para este año ni estabilidad, ni sabe el horizonte al que se enfrenta”.

Estables pero no guais

También hizo la presidenta alguna alusión a Podemos aunque sin citarlo expresamente: –“Tenemos estabilidad y eso genera mucha confianza en la gente, aunque otros ven más guay que no haya estabilidad”– e incluso a Ciudadanos, también sin citarlos, por el reproche patriótico pero algo forzado de su líder Juan Marín al encuentro de Díaz con el ministro principal de Gibraltar para hablar de los efectos del Brexit en los más de 8.000 andaluces que trabajan al otro lado de la Verja.

Pero el grueso de la intervención de Díaz [aquí íntegra] fue para hablar de economía (modelo de financiación autonómica incluido) y de derechos. El programa político de su Gobierno lo resumió así la presidenta: “Ampliar unos derechos, recuperar otros y crecer económicamente”.

Sacando pecho

Díaz puso en valor el empleo creado en Andalucía en 2017; elogió la potencia de las exportaciones; criticó que no se haya renovado un modelo de financiación altamente lesivo para la Comunidad; cifró en 3.000 euros al año el efecto por familia de las políticas de bienestar; sacó pecho con medidas como la apuesta por la dependencia o la gratuidad de la matrícula universitaria para los alumnos que aprueban; recordó las mejoras presupuestarias y de plantilla en esala ‘joya de la corona’ que sigue siendo la sanidad; o prometió actualizar la Formación Profesional reglada este año.

Al fondo, Cataluña

La presidenta no citó a Cataluña, pero no hacía falta. El conflicto catalán gravita tan pesadamente sobre todos nosotros que apenas necesita nombrarse.

El arma más decisiva con que cuenta Andalucía frente a virtuales agravios económicos o privilegios territoriales también pertenece al arsenal de la socialdemocracia clásica y su nombre es igualdad. Es una bandera que no da grandes titulares a los periodistas, pero sí grandes esperanzas a los ciudadanos. Lo de siempre, por otra parte: lo que es guay para la gente no suele ser guay para la prensa.