Malas noticias para el socialismo español. Los resultados de las elecciones catalanas parecen haber sellado el pozo de donde el PSC aspiraba a salir en las catalanas del pasado jueves. Miquel Iceta ha logrado una pequeña mejora que a la postre es insignificante política y electoralmente. Los socialistas catalanes se quedan por debajo del 14 por ciento, un punto y pico más que en 2015 pero menos que en 2012, 2010, 2006, 2003…

“Iceta tendrá que irse”, sentencia un dirigente andaluz bien relacionado con el PSC y que simpatiza incluso con “la apuesta de los socialistas catalanes por la racionalidad”. Y es que, como se esperaba, los votantes tradicionales del PSC en el área metropolitana de Barcelona, que concentra el 43 por ciento de la población catalana, se movilizaron el 21D, sí… pero a favor de Ciudadanos.

El cinturón cambia de color

El cinturón rojo ya no es rojo sino naranja. ¿Lo seguirá siendo? En realidad, el trasvase de votos comenzó hace tiempo. Ya en las elecciones autonómicas de 2015 Inés Arrimadas le sacó 200.000 votos de ventaja a Iceta, que quedó como tercera fuerza y que en 2017 ha pasado a ser cuarta. Ciudadanos fraguó aquella victoria en comarcas como la del Baix Llobregat o el Vallés y ha hecho lo mismo en esta ocasión.

Los alcaldes socialistas del área metropolitana de Barcelona están preocupados, aunque entre los socialistas andaluces los augurios no son unánimes, pues hay quien opina que la huida de votos a Ciudadanos que se ha producido el 21D no se repetirá en las municipales de 2019.

Un exdiputado en el Congreso aventuraba incluso que el “error” de Iceta de anunciar que indultaría a los políticos secesionistas si eran condenados “le ha hecho perder cuatro o cinco diputados, pero esos votos volverán en las locales”.

Alarma en el sur

Aun así, cunde el desaliento entre los socialistas andaluces, alarmados por la situación catalana en general y por la irrelevancia en que, en su opinión, están cayendo unas siglas que fueron decisivas en la articulación política de Cataluña. Como lo fueron las siglas del PSOE en la articulación política de España.

“En Cataluña es que no hemos ido a ganar, de haber ido a ganar habríamos apostado por Borrell como candidato”, dice una persona relevante del PSOE-A, pese a admitir las “serias diferencias” de la dirección andaluza con el exministro y expresidente del Parlamento Europeo.

De la misma opinión es un significado sanchista andaluz: “Con Borrell, la relación de votos entre nosotros y Ciudadanos habría sido justo la inversa; Iceta ha apostado por una posición intermedia que rehúye enfrentamientos, y la gente no vota eso, y menos en unas elecciones tan emocionales como estas”.

La teoría del árbitro

El diagnóstico socialista parece coincidir con el que hacía el dirigente y fundador de Podemos Íñigo Errejón sobre su partido tras los malos resultados en las catalanas de 2015: “Estas elecciones eran un Madrid- Barça y nosotros íbamos con el árbitro”.

La secretaria general del PSOE andaluz y presidenta de la Junta también ha utilizado más de una vez esa misma metáfora: “Al árbitro no lo vota nadie”.

Una llave peligrosa

Los resultados del 21D han sido peores de lo que los socialistas andaluces se temían en relación a Cataluña y España, pero no en relación al PSC, cuyo fracaso daban por seguro. Horas antes de cerrar los colegios, en círculos del partido se especulaba con la posibilidad de una repetición de las elecciones.

Confiaban en que el bloque soberanista no sumara mayoría absoluta de escaños y se viera obligado a llamar a la puerta de los Comunes. “Colau no se va a aliar con los convergentes de derechas por muy radicales que se hayan vuelto. Si tiene la llave no la usará; si lo hiciera, Iglesias estaría muerto y eso no le interesa a ninguno de los dos”.

Banderas de alto riesgo

La dirección andaluza tiene claro que es preciso preservar a toda costa la fortaleza y la vocación ganadora del PSOE-A. Si cae Andalucía, las siglas que fundó Pablo Iglesias pueden acabar siendo cosa del pasado y solo del pasado.

Y es que Andalucía viene a ser para el PSOE federal lo que el cinturón rojo de Barcelona ha venido siendo para el PSC. La dirección nucleada en torno a Díaz piensa que si el PSOE andaluz hiciera suya la bandera de la plurinacionalidad, sus días como partido hegemónico estarían contados.

Los socialistas andaluces creen que el PSC se ha equivocado al entregar a Ciudadanos la bandera de lo que los nacionalistas catalanes llaman ‘españolismo’ y en el PSOE-A prefieren llamar constitucionalismo. Susana Díaz no permitirá que nadie le discuta esa bandera, aunque sea la misma que tanto pesó en su derrota de las primarias, donde el PSC le dio completamente la espalda y buena parte del PSPV también, organizaciones ambas de fuerte querencia federalista. 

¿Línea? ¿Qué línea?

En todo caso, en el PSOE no se fían del PSC. Una persona importante en la dirección del partido reconocía en privado que lo primero que hacía al leer las encuestas días atrás era sumar los escaños de ERC, Comunes y… PSC.

Decía estar segura de que si esa suma aritmética hubiera arrojado una mayoría absoluta, cosa harto improbable, el PSC habría apostado por un nuevo tripartito. ¿Pero una opción encaminada hacia ese objetivo no chocaría con la línea de Ferraz? “¿Qué línea?”, respondía, dando a entender que no existe tal línea o que va cambiando al antojo del secretario general.