En la dramática sesión parlamentaria de ayer en el Parc de la Ciutadella pasó mucho pero no pasó todo. La situación sigue siendo muy grave pero todavía no es irreversible. Ahora bien, puede acabar siéndolo si el Gobierno se viene arriba e interpreta los titubeos de Puigdemont como un punto de inflexión que inclina indefectiblemente la balanza en su favor.