Las primarias que iban a salvar al Partido Socialista Francés han acabado de hundirlo al acentuar su debilidad y visibilizar su división. El ‘Pedro Sánchez francés’ Benoît Hamon no ha conseguido remontar electoralmente pese a su rotunda victoria en las primarias del PSF: su izquierdismo instrumental ha sido devorado por el izquierdismo genuino del movimiento Francia Insumisa que lidera el ‘Pablo Iglesias galo’ Jean-Luc Mélenchon. Pero también es altísimamente que improbable que el derrotado en las primarias Manuel Valls hubiera pasado el corte de la primera vuelta de las presidenciales.

El candidato blindado

En el caso de Los Republicanos, la cosa no es menos grave. François Fillon arrasó en las primarias de noviembre de 2016, una victoria popular interpretada por el ganador como un blindaje orgánico frente a cualquier adversidad: pese a su abrupta caída en las encuestas tras destaparse el escándalo de corrupción que ahora lo ha dejado en la cuneta, Fillon se negó a dimitir y la dirección del partido no pudo hacer nada al respecto: los ‘burócratas de la casta’ no estaban legitimados para derrocar al ‘candidato de las bases’.

El blindaje se convertía, así pues, en impunidad: ‘A mí me pusieron los militantes y solo ellos pueden quitarme’, parecía decir cargado de razón el ventajista Fillon, cuyo equivalente español sería en lo ideológico –aunque no en lo orgánico– Mariano Rajoy.

Un tipo que pasaba por allí

Al final, mira por dónde, quien ha ganado las legislativas francesas ha sido el ‘Albert Rivera francés’ Emmanuel Macron, un tipo que pasaba por allí y que no tiene problemas con las primarias porque él y solo él es su propio partido, sus propias bases y su propias primarias. Ha quedado segunda Marine Le Pen, por ahora sin equivalente patrio. Uf.

¿Significa todo esto que los partidos deberían olvidarse de las primarias? No: significa que les estamos pidiendo a las primarias cosas que éstas no pueden darnos. Significa que las primarias son algo así como la respuesta dada por los partidos a un reproche que nadie les ha hecho. No es tanto que las primarias sean una respuesta equivocada, como que son la respuesta a una pregunta por completo ajena a esa respuesta. O a una pregunta que nadie ha hecho. O que, si alguien ha hecho, a nadie le urge que sea respondida.

El coche y el piloto

El principal reproche que los ciudadanos europeos hacen a los partidos convencionales no es que sean poco democráticos en su funcionamiento interno (que lo son), sino que sean impotentes para detener el empobrecimiento, la precariedad y la desesperanza desencadenados por la globalización y agudizados dramáticamente por la crisis. Pero a ese extendido reproche los partidos replican cambiando el modo de elección de sus líderes: la gente les recrimina que el coche no gana carreras y ellos responden eligiendo al piloto mediante democracia directa.

Lo que ocurre, simplificando mucho, es que el Bólido del Dinero Global es mucho más veloz que el Carricoche de la Política Local y por eso éste no consigue ganar nunca, razón a su vez por la cual la gente se enfada tanto y empieza a votar cosas raras como los Brexit, los Trump o las Le Pen. El día que el maldito coche de la política vuelva a ganar carreras, el modo en que se elija al conductor será irrelevante y de nuevo la gente volverá a votar cosas normales (si es que para entonces, claro está, sigue habiendo votaciones).