De pronto te entran ganas de ir al baño. Estás tan tranquilamente disfrutando de una cena y llega el momento de cumplir con la improrrogable necesidad de hacer pis. Así que te acercas al servicio, haces lo tuyo y, claro, te lavas las manos y te las secas porque eres una persona limpia y aseada.

Solo tres minutos

Pues ahí es dónde estás cometiendo un error. Secarte las manos después de lavártelas es lo peor que puedes hacer. A saber con la cantidad de bacterias y otros microorganismos que vas a volver a la mesa a tocar el pan y la comida. Así lo ha demostrado la estudiante de enfermería estadounidense Nicole Ward. Ward quería comprobar esa teoría que afirma que los secamanos de los lavabos públicos son un caldo de cultivo perfecto para nuestros diminutos enemigos. Así que ni corta ni perezosa se pertrechó de una placa de Petri y se fue a un establecimiento cualquiera. Ward colocó la placa durante tres minutos en el chorro de aire caliente de un secamanos. Después volvió a su laboratorio y dejó la placa en espera de si alguno de los cultivos había fructificado.

Patógenos nocivos

Y vaya si fructificó. En la placa que Ward expuso al secamanos se podían ver al menos diez agentes que habían prosperado en el compuesto de la placa. Diferentes cepas de hongos y bacterias potencialmente patógenas para el ser humano. A modo de advertencia y comprobación, Ward colgó el resultado en su perfil de Facebook. Más de medio millón de usuarios escandalizados y un tanto asqueados han compartido su imagen convirtiéndolo en algo así como un viral. Nunca mejor dicho. Ward acompañó su publicación con una recomendación: casi es mejor secarse las manos en el pantalón, como muchas veces solemos hacer, que dejarlas bajo el chorro de aire caliente cargado de bacterias del secamanos.