Son cosas de estos tiempos. La nueva, o ya no tan nueva, polémica entre los derechos de los autores, editores y distribuidores y los del público. El acceso a la información que ahora puede ser inmediato y libre y la remuneración más o menos justa de quién la crear, la empaqueta y la pone a disposición. Para en el cine, en la música y también en la ciencia.

Una pirata de 28 años

Este último aspecto tiene su importancia. El acceso a la información científica implica que muchos investigadores pueden continuar con sus estudios. Que cambien líneas de investigación o inicien unas nuevas. Que los estudiantes puedan recibir datos actualizados y no aprender cosas obsoletas. Y ahí es donde surgen figuras como la de Alexandra Elbakyan. Esta informática de 28 años ha sido bautizada, con poca imaginación pero descriptivamente, como la “Robin Hood de los científicos”. Su objetivo es robar artículos científicos de las webs de las principales editoras del mundo para ponerlos a disposición de toda la comunidad científica.

Una persona influyente

Unos lo consideran piratería pura y dura. Otros una respuesta justa al férreo control que cinco editoriales en todo el mundo ejercen sobre estas publicaciones. Textos que, en muchas ocasiones, son claves para la evolución de miles de investigaciones y a las que estudiantes y expertos sin recursos tienen acceso limitado, pues las suscripciones suelen ser costosas. Quién defiende cada postura es complicado de determinar. Por ejemplo, la revista Nature, pese a ser una de las víctimas de Elbakyan, la considera una de las personas más influyentes del entorno científico en la actualidad. Y eso que su actividad se realiza entre teclados y pantallas de ordenador. En cualquier caso, Elbakyan tiene que afrentarse en los próximos meses a un buen número de demandas de editores. Algo que no parece preocuparle dado que, como buena hacker, ha creado una intrincada red de servidores y espejos en distintos países donde las legislaciones no están tan claras.