El guionista Óscar Pantoja y el dibujante Nicolás Castell han unido fuerzas e ingenio para ofrecernos un testimonio en cómic de la vida de Jorge Luis Borges, uno de los mayores escritores argentinos y de la Literatura Universal del siglo XX, en Borges. El laberinto infinito, que edita El Rey Naranjo. Diez relatos gráficos reflejan los momentos personales que influyeron en la narrativa de este mito de las letras, prolífico autor de ensayos, cuentos y poemas, géneros todos ellos que a veces aunaba en un solo título, y que lo han posicionado a la altura de  Franz Kafka, James Joyce o Marcel Proust. Construyó, en un momento en el que los autores iberoamericanos optaban por mostrar la desigualdad social y las tradiciones de sus países, una obra de imaginación inagotable que, más de tres décadas después de la muerte del autor, no deja de reeditarse y abrirse a todos los públicos.

La complejidad de un mito

Aunque, para muchos, leer El Aleph o Ficciones, sus dos obras esenciales, o también La muerte y la brújula, El Sur, La busca de Averroes, Las ruinas circulares o El fin, no es una tarea fácil. No en vano, uno de sus conceptos más repetidos fue el laberinto, como sugiere ya en su título esta obra gráfica de Pantoja y Castell, y que para el autor argentino representaba lo incomprensible y repetitivo de la vida humana. Y es que el personalísimo estilo literario de Borges se basó  en la interpretación con símbolos literarios de conceptos como el tiempo o el espacio, posiblemente por influencia de referentes como Shakespeare, Thomas De Quincey, Kipling o Conrad. Sobre todo en sus textos de madurez, en los años 40, sus obsesiones eran la eternidad y las distintas formas y nombres de los objetos. Y Borges jugaba a plagar sus textos de una enorme riqueza de referencias históricas y literarias, aunque a menudo éstas no eran sino una invención del autor, como también lo eran algunas palabras que manejaba. No hay una sola cosa, decía el propio autor en un poema, que no sea una nube. García Márquez lo calificaría como el escritor de los adjetivos definitivos, por su capacidad para nombrarlo todo, y por cómo combinaba precisión y lirismo.

Referente del Boom Latinoamericano

En general, los autores del Boom Latinamericano lo tuvieron por su máxima referencia, y fue también un notable editor. Por ejemplo, publicó por primera vez el cuento Casa tomada de Cortázar, y lo hizo en la revista Los Anales, de Buenos Aires. Borges no obtuvo el Premio Nobel de Literatura, tal vez por su cercanía al dictador Pinochet o por sus críticas literarias a la academia sueca. Falleció ya anciano y más sabio que nunca, y prácticamente ciego, sin poder contemplar ni su inmensa biblioteca ni la Nacional de su país, en la que trabajó entre 1937 y 1945, y  donde celebraba incluso sus cumpleaños. Él mismo dijo de otros autores como Virginia Woolf, Faulkner, Chesterton o Whitman, de cuyos libros publicó críticas en revistas literarias, que aquello que queda de los escritores no es solo su obra sino la imagen que tenemos de ella. Borges. El laberinto infinito ayuda a apuntalar la del inmortal autor argentino.