Es una especie de catarsis moderna. De ritual atávico de la era digital. De comunión colectiva con luces estroboscópicas. De bautizo en decenas de decibelios. Cualquier que haya ido alguna vez a un concierto, a una actuación en vivo, sabe que se trata de una experiencia muy diferente a cualquier otra.

Bailar y cantar

Un estudio de la universidad de Deakin en Australia, asegura que aquellos que asisten a conciertos con regularidad son más felices. Todo es producto del tipo de espectáculo y de las sensaciones que se generan en una actuación en vivo. Para extraer estas conclusiones, el estudio analizo las respuestas de 1.000 individuos de diferentes edades, sexos y procedencias. La satisfacción producida por bailar y desinhibirse durante un concierto fue uno de los elementos más recurrentes en sus respuestas.

Comunión musical

Pero también influyen otros factores muy relacionados con el comportamiento humano. Por ejemplo, la sensación de comunión. De compartir con un grupo humano amplio las mismas sensaciones en el mismo instante, en el mismo lugar. Es un modo de obtener satisfacción a través de la observación de la satisfacción de otros. Y es una sensación que se propaga por asociación de unos a otros. Además, según el estudio, este sentimiento no se atenúa con la repetición. Los que más frecuentemente asisten a conciertos, en más ocasiones tienen esos sentimientos, de modo que se extrapolan a otros planos de su actividad y mejora su estado mental. Los autores del estudio esperan que las conclusiones de esta primera parte de la investigación sirvan para encontrar nuevos factores de la conducta humana que pueda determinarse por la influencia de la música. Y de ahí, para tratar de modelar algunas pautas de comportamiento mediante el uso de música en directo y de grupos humanos moviéndose al mismo ritmo con una canción.