Estamos en el último año de la década de los ochenta. El pop y la electrónica incipiente han arrasado. Han creado un marco musical que parece que va a perdurar mil años. Solo hay un damnificado. El rock. La expresión más antigua y visceral de la inquietud juvenil ha sido sobrepasado. Quién quiere gritarle a un micro cuando puedes susurrarle embutido en lentejuelas.

'Smells Like Teen Spirit'

Así parecía escrito. Hasta que un nuboso día de septiembre de 1991, MTV programó el vídeo de una nueva banda. Tres enérgicos chicos del estado de Washington demolían las estructuras de la industria con una canción brutal y un vídeo sencillo. Smells Like Teen Spirit de Nirvana inauguraba el grunge. Una nueva etiqueta para describir la enésima metamorfosis del rock. Como el punk a finales de los setenta o el psych una década antes.

L7, cuatro chicas de LA

Esta es la historia escrita, ahora ¿es la real? Porque antes de Nirvana existió otra banda con la misma bandera: L7. Su primer disco había salido un año antes del debut de Nirvana. Y el segundo Smell the Magic, también precedió en un año el megaéxito de Nevermind. Por qué hoy nadie recuerda a L7 y hasta Zara vende camisetas con la cara de Kurt Cobain puede tener una explicación sencilla. L7 estaba compuesto por cuatro chicas de Los Ángeles. Si se piensa que el cine y cualquier industria en general es machista, es porque muy poca gente se ha parado a analizar la misoginia en el rock. Cuatro aceleradas muchachas cambiando el curso de los acontecimientos era algo difícil de tragar. Pero así fue. Ahora un documental trata de poner las cosas en su sitio. La directora independiente Sarah Price se ha encargado del proyecto. L7: Pretend We’re Dead es una cinta absolutamente fuera del circuito. Sufragada mediante crowdfunding, sistema en el que en un mes alcanzaron los 150.000 dólares necesarios.

Activismo feminista

El documental relata la explosión de L7 y su impacto. Cuenta con imágenes inéditas y los testimonios de testigos arrastrados por aquella ola como Kris Novoselic, de Nirvana, o Butch Big, productor de la banda de Cobain y batería de Garbage. Precisamente Shirley Manson, cantante del mismo grupo pone el énfasis en el lado militante de L7, en cómo le influyó. Además de destilar puro punk rock en sus discos y actuaciones, Donita Sparks, Suzi Gardner, Jennifer Finch y Demetra Plakas fueron decididas activistas feministas. De hecho escribieron una de las páginas más gloriosas de la respuesta en forma de canción. Agarraron la oda al maltrato I Used to Love Her (But I Had to Kill Her) de Guns and Roses y la versionearon con un ligero cambio: I Used to Love Him… L7 siguen en activo después de un parón de más de diez años entre 2001 y 2014. Ahora, el documental de Sarah Price puede ayudar a lanzar de nuevo su carrera. Pero sobre todo, debería servir para garantizar que una industria que se pretende progresista empieza a serlo de verdad. [embedyt] http://www.youtube.com/watch?v=Z3ACxU6xKOg[/embedyt]