En 1963, Valentina Tereshkova se convertía en la primera mujer en viajar al espacio. Dentro de aquella extensión de la guerra fría que era la carrera espacial, los soviéticos tomaron también la delantera en este campo a los norteamericanos. Ahora las cosas soy muy distintas. Mucho en cuanto al panorama político. Menos en cuanto a la igualdad. Aunque ahora la NASA apueste por la paridad.

Igualdad en la selección

En 2013, la agencia espacial de Estados Unidos abrió uno de sus escasos y selectísimos procesos de selección de personal. La NASA solo acepta candidatos a astronauta cada cuatro o cinco años. Y durante otro año y medio, somete a duras pruebas a los preseleccionados. Pruebas tanto físicas como psicológicas. De los 6.100 candidatos presentados en esa convocatoria, solo ocho consiguieron superar todo el proceso. Cuatro hombres y cuatro mujeres. “No partimos de ideas preconcebidas sobre el sexo de las personas elegidas”, recalcó el responsables del Centro de Selección John Glenn de la NASA. “Simplemente, estos fueron los mejores candidatos para el puesto”.

Elegidos para la gloria

Y no son unos candidatos cualquiera. Estos ocho elegidos son los astronautas que, en principio, acometerán el próximo gran reto de la agencia: el viaje a Marte. Para ello serán entrenados durante los próximos años. Viajar a distancias siderales, investigar asteroides del espacio profundo y, por fin, poner un pie humano en el planeta rojo. “Si llegamos a Marte, representaremos a nuestra especie en un entorno en el que jamás ha estado”, proclama Anne McClain, una de las elegidas. “Ese es el mayor logro del ser humano”, sentencia.

15 años de entrenamiento y tecnología

Pero para que llegue ese momento, todavía queda mucho. Mucho para estas cuatro mujeres y cuatro hombres. Deberán aprender a pilotar naves a velocidad supersónica, practicar paseos espaciales entrenado bajo el agua y controlar sus tripas en la microgravedad. Eso por su lado. Porque la NASA estima que la tecnología necesaria para acometer el viaje a Marte necesita todavía 15 años más de desarrollo. Una década y media para disponer de un vehículo que pueda acoger a estas ocho personas durante los nueve meses que tardarán en recorrer los 50 millones de kilómetros que separan los dos planetas del Sistema Solar.