Hace unos días, mirando una viñeta del genial Forges, no pude evitar soltar varias carcajadas; lo cual no es nada extraño cuando veo alguna de sus agudas, brillantes e inteligentísimas reflexiones en forma de humor. En la viñeta en cuestión Mariano ve a su mujer sentada, mirando ensimismada la pantalla del televisor apagado, y le dice: “Tienes la tele apagada...”, a lo que ella responde: “Es que si la enciendo salen...”. Y es que Forges es, finalmente, la conciencia y la voz de los millones de españoles que quieren progreso y evolución y se ven aplastados por la realidad de la permanencia de esa España profunda, prepotente, de ojos siniestros, que con los neoliberales ha encontrado el terreno propicio para salir de la penumbra y mostrarse en toda su soberbia y su fealdad.

¡Si la encendemos salen!, dice Forges. Y tiene toda la razón. Los medios de comunicación, privados y públicos, salvo encomiables excepciones, se han convertido en España en otra herramienta más de la derecha para controlar y mediatizar la información que, a modo de propaganda, y junto a los numerosos medios propiedad de los obispos, expanden el pensamiento único al servicio de los ámbitos ultraconservadores y neocon. Estamos ya habituados a escuchar en esos debates políticos verdaderas blasfemias antidemocráticas que sueltan esos indecentes voceros a sueldo de la derecha, cuyo discurso yerto y repetitivo parece provenir de esa maquinaria totalitaria y de inspiración fascista que en el franquismo llamaban Movimiento Nacional. Discurso ideado para generar en los sectores sociales carentes de criticismo corrientes de opinión afines a sus intereses. Estoy segura de que los lectores saben muy bien a qué personajes concretos me refiero.

En este contexto de una prensa, incluida buena parte de la prensa tradicionalmente progresista, tomada por el control político ultraconservador y neocon, sobra decir que la objetividad y la honradez informativas en España es, a día de hoy, una quimera. Y sobra decir que la mejor manera de estar desinformado y dejarse manipular es seguir esos medios de información. Telediarios bochornosos, debates políticos con Franco resucitado, eliminación de noticias a su antojo, informativos manipulados, prensa cínicamente vocera de los intereses de algunos, despidos de periodistas honrados...; en definitiva, una prensa inmersa en una toxicidad afín a la derecha que comparte el despotismo, la tiranía y la corrupción que el PP ha infiltrado en todos los estamentos e instituciones públicos.

Los españoles no somos informados con objetividad de las noticias propias por los medios controlados por el Estado

Si, en esa tesitura, los españoles no somos informados con objetividad de las noticias propias por los medios controlados por el Estado, como para esperar ser informados con honradez de lo que pasa fuera. De tal manera que se nos escapan noticias importantes que son ignoradas, a modo de control sectario, por los encargados de elegir qué se nos cuenta y qué no. Fútbol, toros, misas, como en el franquismo, son habituales en los medios públicos, mientras que se nos esconden datos, de manera descarada, de una realidad que nos engulle y de la que no se nos hace partícipes. ¿Nos cuentan el enorme incremento de suicidios en España desde que llegaron los neoliberales al poder? ¿Nos cuentan que la Iglesia católica está registrando a su nombre, desde 1998, muchos miles de bienes públicos? ¿Nos cuentan que España se ha convertido en el primer país más corrupto de Europa? ¿Nos hablan de los miles de muertos que han ocasionado los recortes en sanidad del Partido Popular? No. Eso sí, en un telediario público se recomendó a los españoles en paro un método infalible para superar la ansiedad: rezar. Y es que, como sabemos, en realidad el Partido Popular es el brazo político de la Iglesia católica en España, aunque no nos lo cuenten en los telediarios.

Una de esas cosas que no nos cuentan, ¿cómo nos la van a contar?, es que Islandia ha sido, en los últimos días, noticia a nivel mundial, por algo que la derecha y el clero, tanto monta, no pueden admitir ni nombrar. Una encuesta realizada recientemente por Icelandic Ethical Humanist Association muestra que el cien por cien de los islandeses menores de 25 años son ateos, una generación completa increyente, lo cual es un dato único en el mundo. En un mundo adoctrinado y gobernado por los intereses de los lobbys religiosos, existe, afortunadamente, un país en el que la creencia en supersticiones es cero, en el que la religión no podrá seguir infiltrándose en los asuntos de Estado, en el que las nuevas generaciones podrán vivir sin la injerencia ideológica, social y política de la religión, y, en el que, por lo tanto, los valores y los preceptos democráticos podrán llegar a sus más altas cotas.

Los países nórdicos son, junto con Francia, el único oasis laico del planeta. Ello conlleva que sean los países más democráticos del mundo. Con un sistema público impecable de altísima calidad, los Estados nórdicos garantizan unos servicios públicos excelentes, universales y gratuitos, una economía estable, un sistema educativo extraordinario, una gran cultura democrática de los ciudadanos, un alto nivel cultural de la población y un altísimo nivel de vida. Un país, laico, en el que, por cierto, la policía no necesita ir armada, y un país cuya sociedad suele salir en las encuestas como la más feliz del mundo. Pero todo eso no nos lo cuentan.