“Es la única que puede calzar los zapatos de canciller”, declaraba recientemente una analista a la cadena CNBC. Con Trump en la Casa Blanca, la incertidumbre del Brexit  y la ultraderecha más reaccionaria cada vez más cerca de desembarcar en Francia, Austria  y Holanda, Angela Merkel podría ser la última esperanza del occidente liberal. Pero incluso su reelección el próximo otoño está en peligro, arrastrada por una corriente que avanza lentamente y que genera una amenaza cada vez más evidente.

En Francia, la victoria en las primarias de la derecha llamada moderada de François Fillon, el más conservador de los candidatos, pretende verse como un posible freno de Marine Le Pen, pero su elección conlleva dos serios riesgos: uno, que los galos prefieran el original a la fotocopia y se queden con Le Pen; y dos, que no sea así y la próxima primavera elijan a Fillon, un candidato que ha prometido reducir el gasto público, despedir a medio millón de funcionarios, acabar con las 35 horas semanales, prolongar la edad de jubilación y reducir las prestaciones de desempleo. 

Lo llama terapia de choque contra una situación cercana a la bancarrota cuando la realidad es que la tasa de paro ronda el 10 por ciento, la mitad que, en España, y el nivel de vida de sus ciudadanos resulta más que envidiable. Los problemas son otros, un presidente Hollande cuya popularidad ha basculado demasiado los últimos años, una izquierda dividida, y sí, una economía que no crece pero que podría terminar de hundirse si se aplican las mismas recetas que en la España del PP justo ahora que muchos expertos y la propia Unión Europea empiezan a apostar por una recuperación basada en el fin de la austeridad.

El empuje ultraderechista también ha calado en Austria, donde el Partido de la Libertad parte como favorito en las elecciones generales del próximo otoño después de que su candidato, Norbert Hofer, perdiera la presidencia del país ante los verdes por un escueto 0,6 por ciento de los votos.

Algo parecido ocurre en Holanda. Aunque con menos posibilidades que su homólogo austríaco, también Partido de la Libertad, su carta de presentación es la celebración de un referéndum sobre la permanencia en la Unión Europea. Y teniendo en cuenta el resultado de las últimas consultas populares podría ocurrir cualquier cosa.

La riada continúa en varios países del este europeo, los que más zancadillas han puesto a la política europea de admisión de refugiados.  En Croacia, Hungría, Rumanía, Lituania y la República Checa también se celebran elecciones y, visto lo visto, los partidos populistas y euroescépticos pueden terminar imponiéndose por goleada.

Así las cosas, ¿quién se atreve a apostar directamente por una clara victoria de Angela Merkel en Alemania?

De cita histórica han calificado ya algunos medios las elecciones del próximo otoño, en las que parece claro que la extrema derecha populista de Alternativa por Alemania rebasará el listón requerido para entrar en el Bundestag por primera vez después de la época nazi. Sería un auténtico horror para millones de alemanes, pero la dura realidad es la siguiente.

  1. En las elecciones celebradas en septiembre de este año, Alternativa por Alemania se impuso por dos puntos de diferencia al partido de Merkel, la CDU, en su feudo de Mecklenburg-Western Pomerania. Y lo mismo ocurrió en Berlín, el décimo parlamento regional de los 16 del país en el que consiguen entrar por las urnas.
  2. Las críticas contra Angela Merkel, en el poder desde 2005, se han elevado considerablemente debido a su política favorable al recibimiento de refugiados y los índices de popularidad la sitúan en su nivel más bajo en los últimos cinco años.

Incluso si la canciller consigue su cuarta reelección, como a pesar de todo sugieren los sondeos y las opiniones de los analistas, tendría serios problemas en una Europa escorada hacia la derecha más reaccionaria. Y uno de los primeros afectaría seriamente a la política comunitaria porque, mientras en Alemania han surgido voces que defienden el fin de la austeridad, la Francia de Fillon se opondría radicalmente. Será el fin de la entente franco alemana que ha llevado el timón de la Europa comunitaria desde sus comienzos y el remate definitivo para un año, el 2017, que no se presenta con buenos augurios.