El director de 'El Mundo', Pedro J. Ramírez / EFE



Pese a que el Gobierno de Adolfo Suárez y la UCD financiaron “con bastantes millones de pesetas” el proyecto de Diario 16, las ansias de Pedro J. Ramírez de “acabar con Adolfo Suárez” pesaron más a la hora de acometer la campaña de desprestigio que en su día sufrió el primer presidente de la actual democracia española. Esta es una de las principales conclusiones que se extrae de la lectura de Pedro J. Ramírez, al desnudo, libro en el que el periodista José Díaz Herrera realiza un repaso a la trayectoria profesional del ex director de El Mundo.

Las portadas de Pedro J. contra Suárez
Y es que aunque Pedro J. Ramírez ha llorado públicamente el fallecimiento de Adolfo Suárez -acudiendo incluso a su capilla ardiente-, atrás quedan las numerosas portadas y editoriales que el periodista dedicó a Suárez a comienzos de los años ochenta para poner fin a su actividad pública.

“Millones para apuntalar el Gobierno”
Todo ello pese a que UCD supuestamente entregó en los años 80 numerosos “maletines” de dinero a Diario 16 con el fin de que el periódico que dirigió Ramírez “apuntalase y no derribase al Gobierno”. En contra de lo que en su día pensaron personalidades como Fernando Abril -vicepresidente del Gobierno de Suárez que según José Díaz Herrero llegó a entregar 75 millones de pesetas a Diario 16- Ramírez puso toda la carne en el asador para acabar con el buen nombre de Suárez.

“Ramírez apuñaló a Suarez”
“Mientras recogían el dinero con una mano, Ramírez y el equipo de Diario 16 apuñalaban con la otra a Adolfo Suárez hasta forzarle a dimitir, con la inestimable y nunca bien pagada colaboración de su propio partido”, llegó a explicar en su día Miguel Ángel Aguilar, quien ocupó la dirección de Diario 16 hasta que el 18 de julio de 1980 fue sustituido por Pedro J. Ramírez.

Cuando Ramírez fue nombrado director
En el nombramiento de Pedro J. Ramírez como director del periódico ya desaparecido jugó un papel clave el que en su día fue presidente de la Liga Financiera y futuro creador del grupo Libra, Joaquín Garrigues Walker. “Pedro J. Ramírez vio en él a John F. Kennedy reencarnado y, cuando le hablaba de sus proyectos para auparse a la Presidencia del Gobierno, intuía el proyecto de la Nueva Frontera del mayor de los Kennedy”, explica Díaz Herrero.

“Odiaban a Suárez”
Según se extrae de Pedro J. al desnudo, “en aquellos años de amor incestuoso, Ramírez y Garruiges descubrieron que, además de una úlcera, tenían algo más en común. Los dos odiaban a Adolfo Suárez, quien les parecía un señor de provincias sin mérito alguno para llegar a presidente del Gobierno”. Así fue como se puso en marcha la conocida Operación Garrigues, “un meticuloso plan para poner fin al reinado de Suárez”.

La muerte de Garrigues desbarata los planes de Pedro J.
“Convertido en la quintaesencia del liberalismo, Pedro J. Ramírez pensaba por entonces que un buen Gobierno para España saldría de la conjunción de liberalismo de Joaquín Garrigues y de la socialdemocracia de Francisco Fernández Ordoñez”. Sin embargo, los planes de Pedro J. Ramírez se truncaron tras las repentina muerte de Garrigues. Según Díaz Herrera, ese día “Pedro J. lloró tanto que los gemidos se oían desde la escalera exterior e incluso en los pisos colindantes”.

El editorial de Pedro J. tras la muerte de Garrigues
“Ha muerto uno de los pocos hombres coherentes que existían en el variopinto panorama político español. Liberal hasta la médula, Joaquín Garrigues supo contagiar su liberalismo a propios y extraños. Su empeño por la libertad queda traducido en la Constitución española de 1978 (…) Él era nuestro tapado, el hombre al que apoyábamos todos en secreto para presidente, para sustituir a Adolfo Suárez”, reconoció sin tapujos Pedro J. Ramírez a través de un editorial publicado en Diario 16.

“La vulgaridad de Suárez”
Poco después, en otro artículo titulado Hemos perdido su sonrisa, Pedro J. reconocía que Garrigues “quería ser presidente del Gobierno y hubiera sido un magnífico presidente del Gobierno”. En su opinión, “a Suárez le faltó grandeza, sentido del gesto y de la historia. La vulgaridad de Suárez es desde hace tiempo elemento fijo de cualquier ecuación política. Hasta los más pertinaces y tercos hemos renunciado a aplicarle el patrón de líder carismático”.

La guillotina
Tal era la dureza de las críticas que Pedro J. Ramírez lanzaba en su diario que el propio presidente de la Generalitat de Cataluña, Josep Tarradellas, afirmó en privado: “Tras propiciar el lanzamiento de un candidato que se la había muerto (en referencia a Garrigues), para lo cual había tenido que instalar la guillotina en la plaza pública, Diario 16 no podía desaprovechar la oportunidad de probar en el cuello del político de Cebreros (en referencia a Suárez)".

Celebración tras la dimisión de Suárez
Finalmente los deseos de Ramírez se hicieron realidad. Poco después de la dimisión de Suárez como presidente del Gobierno, el periodista riojano sacaba pecho de su hazaña: “Poco después de su dimisión, Adolfo Suárez lo comentaría con varios amigos. La dureza de mis críticas contra él se debía a una especie de legado o testamento político de pacto que había hecho en el lecho de muerte con Joaquín Garrigues, de forma que me sentía obligado a criticar su comportamiento desde la misma óptica en que lo hubiera hecho él”. El 21 de febrero de 1981, Ramírez ahondó en el tema dejando claro que “Diario 16 adoptó durante aquellos meses una línea muy crítica, quizá (y sin quizá) la más crítica de la  prensa de Madrid, respecto al Gobierno de Adolfo Suárez”.

“Un día sí y otro también criticábamos a su Gobierno”
Y todo ello pese a que, tal y como reconoció Ramírez en los años ochenta, “la situación era en cierta medida paradójica, porque dentro del periódico había tres miembros del consejo de administración que eran destacados militantes de UCD y que habían adquirido en una de las últimas crisis de Diario 16 el 15 por ciento de las acciones. Después de haber demostrado mucha mayor tolerancia de la habitual en la vida política,  dentro de la UCD se empezó a subrayar lo absurdo que era formar parte del accionariado de un periódico que un día sí y otro también criticaba con enorme dureza a su Gobierno”.