Noche convulsa donde las haya. La Final de Eurovisión 2024 más polarizada de la historia por la participación de Israel ha salpicado irremediablemente a la esfera política. En plena jornada del sábado, 11 de mayo, Yolanda Díaz ha elevado la voz contra Radio Televisión Española (RTVE) por su inacción respecto a la presencia del país de Medio Oriente.

Paralelamente a la emisión de la Final de Eurovisión 2024, la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo y Economía Social se ha pronunciado a través de su perfil oficial de X, la red social antes conocida como Twitter: "Nuestra televisión pública no puede permitir que un concurso que defiende la paz y la diversidad se convierta en un acto de propaganda en medio de un genocidio".

"Vamos a estudiar las medidas necesarias para que RTVE no vuelva a apoyar Eurovisión en estas condiciones", ha concluido. Con esta conclusión, la líder de Sumar se ha mostrado rotundamente en contra de la postura oficial de la Corporación pública, que ya en el pasado aseguró que su postura iba a permanecer invariable respecto a la de la Unión Europea de Radiodifusión (UER).

La cuestión es que Díaz se ha referido a todo lo que lleva ocurriendo desde el inicio de la ofensiva del ejercito israelí hace ahora siete meses. El estado provocó el contundente rechazo de un sinfín de personas a lo largo y ancho de la geografía continental. Aurelie Godard, la responsable médica de Médicos Sin Fronteras (MSF), compareció para difundir un demoledor balance: casi dos millones de personas se han visto obligadas a "huir de sus hogares".

Además, las autoridades de la Franja de Gaza elevaron el número de fallecidos en la Franja a "más de 34.800" desde el inicio del conflicto el pasado 7 de octubre. En este contexto, las ONG siguen solicitando el aumento de la "protección a los civiles", además de la reapertura del paso fronterizo de Rafah. El cierre de este punto clave, han asegurado, puede poner en peligro la ayuda humanitaria.

La geopolítica en Eurovisión: Israel no puede perderse Eurovisión

Israel comprende que no puede permitirse ser excluido de Eurovisión, dado que la geopolítica continúa teniendo un papel esencial. El estado busca diferenciarse de sus vecinos en el Medio Oriente y transmitir un mensaje a una audiencia global de aproximadamente 200 millones de espectadores anuales.

El Estado israelí ha aprovechado repetidamente el Festival de Eurovisión para promocionarse internacionalmente como una nación abierta, tolerante y comprometida con la igualdad. Un claro ejemplo es Dana Internacional, la primera mujer transgénero en ganar Eurovisión en 1998 con la canción Diva. Otros ejemplos incluyen a Netta Barzilai, quien representó un mensaje "body positive", y a Imri Ziv, quien posteriormente reveló ser parte de la comunidad LGTBIQ+; ambos ejemplos de "pinkwashing" estratégicamente elegidos.

Sin embargo, la geopolítica ha jugado un rol crucial para mantener a Israel en el concurso. La guerra en la Franja de Gaza intensificó las demandas de expulsión de Israel de Eurovisión, utilizando el precedente de Rusia como argumento principal. No obstante, las relaciones de Israel con Occidente, que incluyen vínculos comerciales y patrocinios, han sido decisivas y no son comparables con las de Rusia, asegurando así su permanencia en el evento.

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