El 5 de septiembre comenzaba una nueva edición de Gran Hermano repleta de caras anónimas con ganas de vivir la experiencia. Ahí está la clave, la magia del concurso se encuentra en la espontaneidad de muchos concursantes que nunca han estado en la pequeña pantalla y que se encuentran a la expectativa de lo que puede pasar en una casa llena de sorpresas. Una experiencia no apta para resabiados concursantes como Ruvens, que asegura ser más listo que nadie y saberse todas las claves del concurso.
Los comienzos de Ruvens en GH
Ruvens, el graduado en Ingeniería Mecánica y Cinematografía, cree ser el director de contenidos del programa. Desde el primer día, se hizo con el liderazgo de la habitación azul, un título que sorprendentemente no se impuso él mismo, sino unos compañeros de habitación con nada de personalidad y muy poca noción del juego. Ruvens se aprovechaba de su cargo para organizar estrategias, discusiones entre sus compañeros e ir en contra de un objetivo común, Óscar, quien, por casualidades del destino, ahora se confiesa enamorado del cinéfilo.
Durante sus comienzos en el programa, se disfrazaba del divertido de la casa, aunque su humor también podría valer como sátira. Sus chistes se basaban en hacer burla de los demás en el jacuzzi, donde todos los azules le reían las gracias. Esos mismos cómplices de la mofa fueron los primeros en ir desfilando hacia su casa expulsados, empezando por Elsa y siguiendo con Maite, una concursante que llegó a demostrar más maldad que su propio ejemplo a seguir. Ruvens, un estratega nato, criticaba por doquier, al igual que sus compañeros, pero exponía a los de su bando para resguardarse de la temida expulsión, un jarro de agua fría que le cayó el pasado jueves.
La mala influencia de Óscar
Poco a poco iban quedando menos concursantes en la casa y Ruvens necesitaba ese protagonismo que tanto ansía y que Maica le consigue arrebatar semana a semana. Su objetivo fue Óscar, el chico de San Sebastián con modales de 'pijo' que siempre logró desentonar. Ruvens se enfocó en Óscar no para meterse con él como previamente había hecho, sino para intentar llevárselo a su terreno y para manipularle, y así lo consiguió.
Óscar que siempre había sido fiel a la pinky room, se desligó de sus compañeras y caía rendido a los pies de Ruvens. Las conversaciones nocturnas y la manipulación fueron las armas perfectas del cinéfilo para conseguir hacer estrategia con él y sacar un día sí, otro también a Maica y a Daniela a la palestra y enfrentarlas al voto del público. Una estrategia fallida que ha terminado con Óscar siendo catalogado por la audiencia como un “tibio” que está 'entre dos aguas' y con la expulsión del líder de la trama, Ruvens.
La expulsión de Laura Galera fue decisiva para destapar la verdadera cara de Ruvens, un chico de Albacete que utilizaba a los más débiles para jugar con ellos como peones. Además, frente a la mirada atenta de sus fieles escuderos alegaba saberse todos los trucos del programa, era el resabido de la edición. Con cada expulsión, él afirmaba saber quién estaba con un pie en la calle y por qué, se basaba en sus años como espectador de Gran Hermano para decir que sabía qué es lo que le gusta al público y lo que no, y así aleccionar a sus compañeros. Sin embargo, su expulsión pareció no habérsela visto venir.
Candidato a la repesca
Hace escasos días de su expulsión y ya es uno de los candidatos para la repesca del próximo jueves. A su parecer, la casa está más aburrida que nunca sin su presencia, pero realmente es más transparente y natural. Cada concursante parece sacar su verdadera personalidad, evitando los juicios ajenos de Ruvens, al que acudían los azules para pedirle consejo como si se tratara del dios de la casa de GH. Aunque algún estratega sigue quedando por ahí, ya que Edi ha aprendido del líder, la casa vuelve a ser un lugar que da paso a la espontaneidad de los concursantes, a excepción de Laura Galera. La joven andaluza fue resucitada por el poder de Manu en la última gala y ha vuelto al concurso sabiendo lo que se cuece en la calle.
La audiencia le expulsó por sobrado y no sería justo que volviese. Si ya se las daba de 'sabelotodo', con información de afuera sería de lo más exasperante en el concurso. Ruvens ha demostrado durante su estancia no poseer el espíritu de Gran Hermano y, por tanto, ser el enemigo de la casa, un jugador nato que ha demostrado más sus dotes de manipulación que los del respeto y la convivencia, valores indispensables para convertirse en el ganador de la edición.