Tierna y disciplinada, frágil y dura, autoexigente y seria, alegre y depresiva, arena y roca… todo eso y en ese mar de contradicciones nadaba Verónica Forqué. Una actriz como una copa de un pino con capacidad para numerosos registros tanto para hacernos reír como sacarnos las gotas del lacrimal.

¿Por qué la llaman “Vero” cuando quieren decir “grande Verónica”? Grandes como Almudena. Tan grande que sus interpretaciones siempre las hacía como fáciles a pesar de las dificultades de cada papel. Tenía el arte del cine y de la cultura en vena, hija del director y productor José María Forqué y de la escritora Carmen Vázquez-Vigo, hermana del director fallecido también Álvaro Forqué y nieta del músico y compositor José Vázquez Vigo. Su hábitat era la interpretación y desde casi niña, en los 70, debutó ante las cámaras en películas de su padre. Pero no era una recomendada, nunca fue una enchufada por la familia cinéfila. Lo que fue se lo “ganó con ganas de ganar”, con trabajo, esfuerzo y mucha vocación. La actriz que ganaba premios y más premios y Goyas y más Goyas diez años después, lo demostró por sí sola. La primera intérprete femenina en ganar dos Goya en la misma ceremonia, hecho que no se repetiría hasta casi 30 años después.

En su propia fragilidad, en su propia ingenuidad inteligente ha estado su fatal final. Vero “¿Qué hemos hecho nosotros para merecer esto?”. Nos has dejado como nos dejó Alfonsina Storni:

“Por la blanda arena que lame el mar
Su pequeña huella no vuelve más
Un sendero solo de pena y silencio llegó
Hasta el agua profunda
Un sendero solo de penas mudas llegó
Hasta la espuma
Sabe Dios qué angustia te acompañó
Qué dolores viejos calló tu voz…”

¡Ay Carmela, ay Vero! como nos decía José Agustín Goytisolo en Palabras para Julia, tu fragilidad cedió a tu fortaleza, tu roca se hizo arena y dijiste “no puedo más y aquí me quedo”. Quienes hicieron de ti blanco de críticas y burlas en la televisión y las redes sociales, deberían hacérselo pensar. Los creadores de crueles competencias al límite de los realitys televisivos tienen motivo para reflexionar. Y la sociedad debe meditar que cuando hay políticos que cuando se plantean planes nacionales de salud mental increpan y se mofan con un "¡Vete al médico!", tal vez haya que mandarlos al carajo por frivolizar por ese cáncer silente que se llama depresión.

Objeto también de la inquina cerril del sectarismo por pertenecer en su momento al odiado “Clan de la ceja”, ahora te reunirás, hablarás y harás reír a Álvaro de Luna, Pilar Bardem, Federico Luppi, José Luis Cuerda o Almudena Grandes. Un ángel de la sonrisa y la risa va para ese cielo “rojo”.

Verónica dijo en una ocasión: “El secreto de la vida está en encontrar la fuerza, la energía o el amor necesario para que la vida sea a la vez algo muy doloroso y muy pleno”. Tuviste fuerza y energía a raudales y hasta lo regalaste por toneladas. Viviste el amor de quienes te conocieron y sobre todo de quienes te admiramos, miles y miles y miles de admiradores. Pero la vida, tu vida, fue eso; dolor y algo muy pleno. Ese mar de contradicciones en el que navegaste: tierna y disciplinada, frágil y dura, autoexigente y seria, alegre y depresiva, arena y roca…

Descansa en paz, Vero.