Un niño de cuatro años ha muerto este fin de semana en Olot, Girona, por tragarse un globo de agua mientras jugaba. Todo ocurrió la noche del pasado viernes, cuando el menor estaba en una habitación junto a sus tres hermanos, que fueron los que avisaron a los padres.

Karimu, el pequeño, fue trasladado al hospital del municipio cuando los padres vieron que no podía respirar. Allí el personal sanitario intentó sacar el globo de varias maneras, sin éxito, y al final decidieron hacer una traqueotomía para intentar sacar el globo, tal como informa El Confidencial.

A pesar de los esfuerzos y de varios intentos, entre ellos la maniobra de Heimlich, no consiguieron extraer el objeto y Karimu murió ahogado por la obstrucción de sus vías respiratorias. La autopsia confirmó que el globo se quedó pegado, lo que provocó que no se pudiera extraer y lo que sería la causa de la muerte del menor, de origen gambiano.

Esta tragedia trae consigo el debate del peligro que conlleva que los niños jueguen con globos, al intentar inflarlo, pero sin tener la coordinación suficiente para expulsar el aire cuando se debe. Y también la disputa de hasta qué punto los niños pueden jugar solos, sin la supervisión de un adulto, aunque estén en su propia casa.