El profesor asociado y director del programa Healthy Buildings de la Escuela de Salud Pública TH Chan de la Universidad de Harvard, Joseph G. Allen, ha cargado contra las mascarillas que se utilizan habitualmente por no ser del todo fiables.

En un artículo publicado en The Washington Post, el experto explica que era normal que en los primeros días de la pandemia se recomendara el uso de cualquier mascarilla, pues era mejor eso que nada. Sin embargo, no encuentra justificación para que se sigan utilizando tapabocas de tela y/o mascarillas que no sean las tipo N95, que en España serían las FFP2.

Según relata, con los meses hemos aprendido mucho sobre el virus, como que las mascarillas normales capturan entre el 60% y el 70% de los aerosoles mientras que las quirúrgicas entre un 70% y un 80%.

Pero dice que no hay ninguna razón para justificar que un trabajador esencial o cualquier otra persona deba prescindir de las que filtran un 95%.

Además, Allen matiza que lo que hace que una mascarilla funcione bien no es solo su capacidad de filtrado sino también su correcto ajuste. “No sirve de mucho si tu aliento puede escapar por los lados o por la parte superior. La mascarilla debe pasar por encima del puente de la nariz, bajar alrededor de la barbilla y quedar al ras contra las mejillas”, insiste.

Para saber si está correctamente ajustada, el experto da un truco: colocar las manos sobre la mascarilla y exhalar suavemente. Si haces eso, no deberías sentir que el aire sale por los costados o sube hacia tus ojos. Luego debes mover la cabeza para ambos lados y comprobar que la mascarilla no se te ha movido.