La revista Alma de CaixaBank centra su mirada en las reflexiones del antropólogo Lluís Duch, a partir de su conferencia “Velocidad y aceleración en la sociedad actual” de la Escola Europea d’Humanitats impulsada por la Obra Social, sobre el "frenético ritmo de vida que llevamos.

Tenemos más información de la que podemos leer, más tecnología de la que podemos usar y más moda de la que nos da tiempo a llevar. Esta borrachera de velocidad nos está conduciendo hacia el desequilibrio físico y mental, y también hacia algo muy curioso en época de redes sociales: ¡la incomunicación!, según las reflexiones del antropólogo Lluís Duch, que recoge Alma.

Según explica la web, "Lluís Duch es un reputado antropólogo, teólogo y monje de Montserrat que ha llegado a una clara conclusión con respecto a nuestro frenético ritmo de vida: la sobreaceleración ocasiona la enfermedad del ser humano" Entonces, ¿por qué corremos? “Por competencia con el vecino, por ego, por poder. En la Edad Media el caballero que tenía un caballo podía más que el campesino de a pie. O en el siglo XIX los que tenían acceso al telégrafo podían saber antes las cosas. La velocidad siempre ha estado relacionada con la riqueza y el ejercicio del poder”, concluye el antropólogo.

La reconciliación con nosotros y los demás
En un texto que firma en Alma Ana Portolés, se explica que según este experto, "en esta carrera sin límite estamos perdiendo la capacidad reflexiva, la paz interior, la reconciliación con nosotros mismos y, por ende, con los demás (familia, amigos, sociedad).

"Una de las causas concretas es la destradicionalización: 'Todos debemos encontrar un equilibrio entre lo que se mantiene (tradición) y lo que cambia (innovación). El ser humano comprende porque recuerda. Pero en sobreaceleración solo existe el aquí y ahora, desconectamos de nuestros puntos de referencia y todo se vuelve irrelevante, incluso el futuro. A más aceleración, más banalización'”, sentencia Duch.

Como demostración, la moda y su maquinaria publicitaria, que “consigue que una cosa deje de ser relevante de un mes para otro y hasta muchas familias tienen problemas con los niños y niñas por las marcas del momento; ¡la gente llega a endeudarse! (...) Todo empezó con el prêt-à-porter a finales de 1800, que no era más que el aprovechamiento del tiempo de cara a la producción. La moda es un índice de la velocidad, la medida moderna del tiempo”.

El papel de las redes sociales
"El antropólogo cree que el hecho de que las redes sociales aportan enormes cantidades de información, nos aleja de la comunicación, 'porque comunicar viene de común, significa ‘poner en común’, e implica una pausa para escuchar, comprender y tener empatía con los otros'. Además, el experto nos advierte que 'con la asimilación de novedades pasa lo mismo que con los alimentos: igual que no podemos acelerar los procesos digestivos, no podemos acelerar la asimilación de ideas. Y siempre estamos en la última noticia, la última moda, el último representante del star system. Todo es presente'. Y así volvemos al sinsentido vital", dice el artículo de Alma.

Para combatir este mal del presente, “la educación es fundamental. Tener maestros que sean respetados, empezando por las familias. Un plan de estudios que no cambie cada tres años. Volver a leer, escuchar música, pasear, hacer tertulias… Debemos dar espacio a la pausa. La vida activa y la contemplativa no son irreconciliables, sino indisociables”, dice el antropólogo.