El fenómeno de Carlos Ríos y el realfooding ha revolucionado las redes sociales en los últimos años, especialmente poniendo el foco en las generaciones más jóvenes que dejan de comer alimentos ultraprocesados. Sin embargo, hay un trasfondo que, en la práctica real, resulta dañino para la salud.
Una madre ha querido mostrar los efectos de esta situación en su ámbito familiar. En una carta a la directora de El País, María José García Alcalde lamenta que su hija haya sucumbido a los encantos de la “comida real”: “Ojalá no viera el libro de Carlos Ríos colocado en un estante de la habitación de mi hija”, comienza el texto.
Apoyándose en las explicaciones de expertos, asegura que dichas recomendaciones del influencer “tienen una alta incidencia para desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria”: “Recuerdo los cambios que fue produciendo la alimentación de mi hija y el grado de culpabilidad para poder volver a comer con cierta normalidad”, rememora.
Para reparar el daño, la autora del escrito apunta a la solución más saludable a su juicio: “eliminar un poco de lo que todos sabemos que no hay que abusar”. “¡El realfooding permite solo un 10% semanal de ultraprocesados!, y esto es otra gran trampa que lleva a la enfermedad: contabilizar la ingesta y crear culpa cuando te excede”, reivindica.
Carlos Ríos, “gurú alimenticio”
La madre de la afectada tilda al conocido influencer de “gurú alimenticio” y “confía” en que sus cientos de seguidores vayan paulatinamente quitándose “la venda” para ver la realidad. “Tengo esperanzas en mi hija y pienso seguir luchando por lo que considero saludable en cuerpo y mente, porque este verano me dijo: ‘Mamá no quiero volver a pasar otro verano sin comer helados’”, concluye.
Carlos Ríos se ha convertido viral en múltiples ocasiones en las redes sociales, ya sea por criticar un producto de una conocida marca de supermercados o por sacar a la venta uno de sus productos realfooding. En el primer caso, ha sido el objeto de críticas por poner el foco negativo en los Rolling Choc del Mercadona, tildándolo de “ultraprocesado”. Por otro lado, también generó polémica al sacar a la luz una margarina de aceite de oliva, más cara que el producto original.