Según apuntan varios estudios, un 42% de la población española sufre astenia primaveral, un trastorno que se da durante el cambio de estación y que consiste en debilidad, cansancio, fatiga y falta de energía. Sin embargo, una de cada cuatro personas no toma ninguna medida para sobrellevarla.

Aunque no se conocen las cifras exactas, se estima que las mujeres tienen más propensión que los hombres a padecer astenia primaveral, lo que podría estar relacionada directamente con los cambios hormonales que se producen especialmente durante los momentos de menstruación y la menopausia.

No obstante, la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) informa que son los niños y los ancianos los más sensibles a los efectos físicos producidos por los cambios ambientales de estación.

¿Qué es la astenia primaveral?

Podemos definir la astenia primaveral como una sensación subjetiva y pasajera de cansancio físico e intelectual, que no tiene una causa orgánica definida, pero está relacionada con el inicio de la primavera. Más aún si el calor llega demasiado pronto y viene de la mano de oscilaciones de la presión atmosférica y de la humedad ambiental.

Tanto los cambios climáticos como los cambios horarios producen variaciones en los hábitos de vida y generan, en algunas personas, sentimientos de nostalgia, tristeza o apatía. Los cuales, en principio, no se consideran preocupantes, pero a medio y largo plazo pueden terminar ocasionando problemas más serios. Llegando al punto de ser necesaria la atención médica para que los síntomas no se alarguen en el tiempo y desborden al paciente.

A pesar de la creencia popular, la astenia primaveral no se considera una enfermedad dentro del Catálogo de Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud ya que es un estado que no tiene un valor patológico. Se trata, en todo caso, de un trastorno adaptativo que sufre el cuerpo como consecuencia del cambio de estación.

El aumento de casos de astenia primaveral se puede atribuir a las propias características de las sociedades actuales en las cuales el estrés, la ansiedad, la sobrecarga laboral, la precariedad y las relaciones sociales complejas están a la orden del día, generando estos estados anímicos bajos que conllevan una menor capacidad adaptativa del cuerpo ante los cambios.

¿Cuáles son los síntomas?

La sintomatología de la astenia primaveral no está claramente definida, sino que incluye desde sensaciones inexplicables de apatía y tristeza, pasando por ansiedad e insomnio, hasta malestar general y cambios de humor. Los síntomas que se describen con mayor frecuencia son los siguientes:

  • Alteraciones del estado general: cansancio, fatiga y debilidad general.
  • Hipotensión, mareos.
  • Dolor muscular y articular.
  • Cefaleas.
  • Dificultad de concentración en todos los ámbitos, trastornos de memoria, fatiga intelectual.
  • Irascibilidad, cambios de humor, melancolía inexplicable.
  • Ansiedad.
  • Problemas digestivos, pérdida del apetito, aumento de la sensación de hambre.
  • Trastornos del sueño: insomnio, intensa sensación de sueño.
  • Inapetencia sexual.

Para entender cómo afecta la astenia primaveral, es necesario tener en cuenta varias cuestiones:

  1. Los síntomas no aparecen de manera puntual en situaciones de sobreesfuerzo o actividad intensa, sino en el desarrollo de las actividades cotidianas.
  2. El bajo estado anímico que provoca la astenia primaveral puede desembocar en una disminución de las defensas, dejando al paciente vulnerable a nivel inmunológico ante infecciones virales, bacterianas o causadas por hongos.
  3. Se pueden confundir los síntomas de la astenia primaveral con el de los episodios depresivos, por lo que es importante conocer las diferencias entre ambos estados. Aquellos pacientes que sufran astenia primaveral sentirán desgana y apatía solo en algunos ámbitos de su vida, desarrollando actividades concretas, y podrán superarlo con pequeños cambios en sus hábitos diarios. Sin embargo, los pacientes con depresión sienten desesperanza y una falta de ganas constante en cualquier ámbito de su vida. Y para superarlo necesitarán un profundo tratamiento médico y psicológico.
  4. También hay que tener presente que la astenia primaveral es una situación leve y limitada en el tiempo, normalmente de corta duración. Nada que ver con el síndrome de astenia crónica (SAC), que dura más de seis meses, incapacita para realizar las actividades normales y suele estar acompañado de síntomas físicos persistentes como dolor de cabeza, molestias faríngeas, ganglios dolorosos en cuellos o axilas, dolores musculares, pérdida de fuerza, fiebre, dolores articulares o trastornos del sueño.

¿A qué se debe la astenia primaveral?

A pesar de que las causas concretas que provocan este síndrome todavía no se han llegado a definir, sí existen diversos factores que pueden condicionar su aparición, la intensidad y la duración de los síntomas. El principal de estos factores es el cambio de estación y de condiciones climáticas.

Se han desarrollado numerosas teorías que tratan de explicar este trastorno, entre las cuales encontramos:

  • Que se deba a un agente infeccioso de origen vírico.
  • Que sea consecuencia de cambios en los biorritmos, a su vez consecuencia del cambio horario y del cambio de estación.
  • Que venga provocado por un desequilibrio en las beta-endorfinas: hormona polipéptida que se produce en el cerebro como respuesta al dolor, el ejercicio y otras formas de estrés, para bloquear esa sensación de dolor. 
  • Que esté directamente relacionado con los cambios hormonales propios del cambio de estación: lo que explicaría que haya mayor incidencia de casos en las personas de 20 a 50 años y más en mujeres que en hombres.
  • Que los factores de estrés como la precariedad, la presión laboral o un cuadro depresivo sean los que favorecen una deficiencia del sistema inmunológico dejando propiciando sufrir astenia primaveral.
  • Que la mayor exposición a la luz solar desajuste la producción de melatonina, la hormona encargada de generar la sensación de sueño, provocando trastornos del sueño y disminuyendo así la secreción de serotonina, comúnmente conocida como la hormona de la felicidad.

Seis consejos para sobrellevarla

Debido a que no se considera una patología como tal, no existen tratamientos específicos para acabar con los efectos de la astenia primaveral. No obstante, se pueden llevar a cabo ciertas actividades que ayuden al proceso de adaptación del organismo:

  1. Anticiparse al cambio de hora adaptando gradualmente la rutina diaria al nuevo horario que se cambia a finales del mes de marzo. 
  2. Adaptar la alimentación a las nuevas condiciones climáticas: menos alimentos hipercalóricos y mayor presencia de frutas y verduras frescas.
  3. Mantenerse hidratado: la elevación de las temperaturas provoca mayor sudoración, por lo que el organismo necesita más líquidos.
  4. Es fundamental mantener las rutinas del sueño. Como ya se ha explicado anteriormente, la melatonina se ve afectada durante el cambio de estación, provocando que el sueño no sea todo lo reparador que debería. Cuidar la higiene del sueño durante esta época del año, así como la temperatura del hogar, mejorará los síntomas de la astenia primaveral. 
  5. No automedicarse nunca. Evitar tomar vitaminas, con una alimentación adecuada el cuerpo obtiene las vitaminas necesarias.
  6. Realizar ejercicio físico moderado ayuda a acelerar el proceso de adaptación: se libera el estrés y mejora la conciliación del sueño.