Continuando con nuestro recorrido por la Ruta del Exilio Republicano Español en Francia en su 80 aniversario, nos dirigimos ahora a un destino tétrico y cruel: los campos de concentración, toda una auténtica crisis humanitaria que nos recuerdan a las que se sufren en la actualidad.

Tras abandonar la Maternidad de Elna nos trasladamos a la localidad de Argelès-sur-Mer situada en el departamento de los Pirineos Orientales y la región de Languedoc-Rosellón. Argéles es hoy una bella ciudad turística de poco más de 10.000 habitantes en el litoral y con una famosa estación balnearia pero en 1939, era un pueblecito agrícola de unos 3.000 habitantes en el que el Gobierno francés decidió cerrar y construir un campo de concentración, en la playa, para recluir a los refugiados republicanos españoles.
Por eso, a pesar de esta belleza apacible que hoy vemos se nos hace complejo pensar que en su día sirvió de inmundo campo de concentración para los españoles que huyendo de la represión franquista cruzaron en masa la frontera hispano gala por Cataluña.


Fueron tantos los españoles exiliados que cruzaron La Jonquera o Port Bou u otros pasos fronterizos que el gobierno francés los hacinó construyendo en la playa y sobre la misma arena un campo concentración frío, sin equipamientos y, en definitiva cruel más allá incluso de lo que per se es un campo de internamiento.

"Por colchón la arena húmeda y por manta el cielo estrellado". Esta frase repetida, y sufrida, por decenas de miles de internados en la playa de Argéles sur Mer es seguramente la que mejor refleja la amargura de los hombres, mujeres y niños, republicanos españoles todos, que al cruzar la frontera francesa huyendo de las tropas del ejército sublevado creían que encontrarían la solidaridad del Estado amigo.


Una masa humana pasa la frontera huyendo de la represión franquista


La avalancha de refugiados que superó exponencialmente las previsiones iniciales así como los constantes mensajes xenófobos de la derecha gala del gobierno de Édouard Daladier, un ejecutivo condescendiente con el nacionalsocialismo de Hitler y ¿cómo no? con el dictador español, Francisco Franco, provocaron que la población de esta zona del sureste francés se sintiese amenazas por la "invasión de bandidos y asociales españoles, asesinos de religiosos y gentes de orden".

Robert Capa: “Un infierno sobre la arena”


En la primavera de 1939 el mítico fotógrafo y reportero Robert Capa, tras visitar el  campo de concentración de Argelès-sur-Mer y ver los sufrimientos de más de 80.000 españoles, lo definió como "un infierno sobre la arena: los hombres allí sobreviven bajo tiendas de fortuna y chozas de paja que ofrecen una miserable protección contra la arena y el viento. Para coronar todo ello, no hay agua potable, sino el agua salobre extraída de agujeros cavados en la arena".

¿Y cómo era el campo de Argelès-sur-Mer?


El campo estaba asentado en un terreno pantanoso rodeado por el mar. Era una playa desierta conformada por rectángulos con una superficie de una hectárea cada uno y rodeados de alambradas. La llegada de los primeros refugiados pronto desbordó las previsiones y el ritmo de construcción de espacios donde ubicarlos no acompasaba el número de personas. Se construyeron apresurada e improvisadamente hasta cinco campos. Todo un desastre.

La zona de Argéles y más en concreto su litoral sufre los rigores de fuertes vientos y un gran frío, mucho más al tratarse de una playa abierta. Por ello los refugiados se vieron obligados a excavar oquedades en la misma arena húmeda de la playa y construir con ramas y viejas y deshilachadas mantas falsos techos en un intento baldío de protegerse de este hostil clima y sus inclemencias climatológicas. Además se dio la triste coincidencia de que este primer invierno de 1939 fue uno de los más gélidos y de temperaturas bajas del siglo XX.

Refugiados en Francia

Antifascistas europeos, judíos y gitanos


Por el campo de Argelès-sur-Mer pasaron hasta 1941, fecha en el que permaneció abierto, más de 220.000 personas. Unos 100.000 de los hacinados fueron refugiados españoles. Juntos a ellos malvivieron gitanos, judíos y luchadores contra el fascismo llegados de otros países europeos. En este tétrico espacio hallaron la muerte 216 republicanos españoles, entre ellos 70 niños.

Epidemias y muertes


Las causas de la muerte son fáciles de imaginar pero fundamentalmente radicaban en las infrahumanas condiciones de salubridad e higiene, el rigor de sus vientos y el fuerte frío y una escasa por no decir casi nula alimentación lo que derivó en múltiples, continuadas y atroces epidemias. Un solo testimonio de un republicano español internado da muestra de las condiciones infrahumanas: “Sin apenas agua y con solo una bomba de mano para sacarla, pero como la gente defecaba en la arena esa agua estaba contaminada, y muchos murieron por eso”.
Sin duda los momentos más duros y más alta mortandad fueron los primeros meses. La adaptación, la falta de agua para consumo humano y el caos en los campos por parte de las autoridades francesas contribuyeron a ello.

Soldados senegaleses para vigilar


Un añadido más a las penurias cotidianas era la vigilancia. Esta fue encomendada a soldados que impartían una rígida disciplina militar. Bastantes de los miembros de estas tropas de vigilancia del campo eras soldados reclutados del ejército colonial francés como los tiradores procedentes de Senegal o marroquíes.

Quienes volvieron a España engañados, fusilados o encarcelados


Engañados por la propaganda franquista que difundía que el régimen sería generoso con aquello exiliados que no tuvieran delitos de sangre, muchos de los recluidos en el campo y en otros de la zona, decidieron volver a cruzar la frontera pero, en esta ocasión, con destino a España. La mitad de los huidos a Francia, unos 250.000 regresaron a España. Miles de ellos fueron condenados a muerte y luego fusilados. Casi todos fueron sádicamente torturados en duros interrogatorios Quienes no corrieron esta misma suerte fueron condenados a largas penas de cárcel. Ni la mínima piedad se vio en el régimen franquista con respecto a los refugiados españoles que creían ingenuamente que volvían a su patria en un gesto de humanidad.

Nombres


De los campos de concentración franceses a los nazis


Pero otros que no decidieron regresar a su supuesta “madre patria” corrieron otra pésima suerte. Olvidados de todos, muchos de ellos fueron enviados de nuevo a otros campos de concentración, en este caso a lo peor del infierno totalitario, con los nazis. Se calcula que casi 10.000 españoles fueron ingresados en Buchenwald, Mauthausen o Dachau. Muchos de ellos provenían de estos campos de concentración franceses. La mayoría fallecieron allí sufriendo las penurias del exilio de su tierra primero, luego internados en Francia y acabando sus vidas en los campos de concentración de Hitler.


Campos de “concentración” maquillados como de “internamiento”


Tras Argelès-sur-Mer continuaron abriéndose más campos de internamiento ya que la llegada de refugiados no paró en ningún momento. Así se fueron abriendo los cercanos campos de Saint-Cyprien y Barcarès, también en las playas. En todos los campos de concentración franceses la tónica de sufrimiento y condiciones infrahumanas fue similar aunque el de Árgeles es el de más infausto recuerdo. Aunque la denominación oficial siempre fue de campos de internamientos, la realidad es que desde su inicio hasta el final siempre fueron auténticos y crueles “campos de internamiento para refugiados” distribuidos por todo el país.

 

Pedro Sánchez en Argéles


Por todo ello la visita del presidente del Gobierno a finales de febrero pasado a esta zona constituyó un hito importante de reconocimiento al exilio español en Francia, todo un homenaje de la democracia española a la memoria de los represaliados. Un viaje de enorme valor simbólico al sur de Francia que le llevó a Montauban y Colliure para visitar las tumbas de Manuel Azaña Antonio Machado. Pero lógicamente no pudo faltar la visita a las playas de Argelès-sur-Mer. Un homenaje que aunque llega muy tarde tal vez, 80 años después, es de justo reconocimiento la iniciativa. En Argéles, ante la visión del mar y de las playas donde medio millón de españoles sufrieron tantas penalidades, el presidente del Gobierno pidió perdón institucional desde una democracia de la que los exiliados españoles carecieron. En su 80 aniversario, los recordamos desde ElPlural y le rendimos nuestro particular homenaje.

 

*Nuestro agradecimiento al Memorial du Camp d'Argelès y a su personal por su amabilidad para facilitarnos la labor para este reportaje.