España es un país envejecido. Así se venía evidenciando y han terminado de revelar los datos del pasado miércoles del Instituto Nacional de Estadística (INE). El último análisis refleja que el 20% de los españoles están a punto de superar actualmente los 65 años, una horquilla que se podría incrementar en un 10% más en las próximas dos décadas si no se toman las riendas de la situación.

Al menos uno de cada cuatro habitantes de diez provincias de nuestro país alcanza dicha cifra. En concreto, las más envejecidas del mapa son Ourense y Zamora, donde más del 30% de sus gentes se encuentran por encima de los 67 años. Les siguen Lugo, León, Salamanca, Palencia, Asturias, Ávila, Soria y A Coruña, en las que algo más de una cuarta parte de la población ya tiene más de 65 años.

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El dato tiene dos lecturas. Por un lado, que España es un país con un amplio porcentaje de ancianos frente a niños y jóvenes. Por otro, que la esperanza de vida es alta. Estas ambas son máximas que se repiten en nuestro entorno y en el conjunto de países desarrollados. En todo este batiburrillo juega también un papel fundamental la inmigración, razón principal por la que la relación entre gente joven y mayor no es igual en todas las zonas. La excepción más clara de ello serían Almería, Murcia y Melilla, que reciben un mayor flujo migratorio y, por ende, su población está menos envejecida.

¿Peligran las pensiones en España?

Hay mucho que hacer para equilibrar la pirámide poblacional en el mundo y en cada uno de los países que se enfrentan a un problema que, al final, tiene lugar en casi todo los rincones (si no en todos) del globo terráqueo. Sí cabe destacar que en España se ha interiorizado en el imaginario colectivo la posibilidad de que el descenso notorio de la natalidad y el paso del tiempo para los conocido como baby boomers provoque el declive total de las pensiones. Es decir, que llegue un momento en el que sea imposible que haya retribuciones para todos los que dejen de trabajar.

ElPlural.com habla sobre esta hipótesis con la socióloga Rebeca Cordero, quien considera ese miedo algo “poco imaginable” en la práctica, al menos en el medio y corto plazo. Para ello, eso sí, son fundamentales las acciones gubernamentales.

El país está en ello…

Los expertos en materia económica y diferentes miembros y personas de confianza del Gobierno de España -y de varios Ejecutivos, en realidad- se encuentran ya trabajando en esta línea. En lo que respecta a nuestro país, algunos de los puntos han sido ya detallados por el responsable de  Seguridad Social, José Luis Escrivá, quien sigue negociando con sus socios de mandato y los agentes sociales para situar en un 30% el aumento de las bases de cotización máximas en un periodo de 30 años y con un desfase temporal que permita, justamente, sostener los efectos de la llamada pirámide invertida.

El departamento del ministro socialista contempla que las bases y las pensiones se elevarán indexadas al Índice de Precios al Consumo (IPC) y disfrutarán de un porcentaje extra de casi un 1% del incremento, de forma que ascenderá la recaudación de la Seguridad Social, pero también las pagas.

Con todos estos cálculos, la cantidad de las pensiones ascendería por encima de los 50.000 euros sin tener en cuenta la inflación. Los efectos, eso sí, no se verán hasta la década de los 50, según las previsiones del Ministerio, dado que el incremento entre la pensión máxima y el reflejado en las bases no se producirá de manera simultánea. Otras líneas de actuación pasan por situar la edad de jubilación por encima de los 67 años.

Otra de las iniciativas que ha sonado en ocasiones para nuestro país y que hay territorios que contemplan e, incluso, han puesto en marcha, es la denominada mochila austriaca. La iniciativa, originaria del país que lleva el nombre de la misma, pasa por la creación de un fondo de capitalización individual que se nutra de las aportaciones empresariales de una parte del salario bruto de cada trabajador. En España, el Banco de España propuso la puesta en marcha de esta medida con la utilización de 8.000 millones de fondos europeos.

…pero son necesarias otras líneas de actuación

Sin embargo, hacen falta soluciones que puedan hacer al problema del envejecimiento a largo plazo. La experta de la Universidad Europea aporta varios dentro de su ámbito de estudio y que actúan directamente sobre la brecha de género, la conciliación laboral, la juventud y la implantación o mejora de infraestructuras en la mal denominada España Vacía. “Para empezar, está claro que hace falta un reemplazo generacional porque son los jóvenes los que se ajustan al tiempo y forma de la sociedad del momento y los que más rendimiento sacan a la innovación, a la investigación y al desarrollo”, dicta como primera idea.

Cordero celebra que los distintos líderes se encuentren ya contemplando el escenario futuro, pero es necesario ampliar todavía más las miras y tomar decisiones hacia tiempos más lejanos. En este sentido, considera que “toda o buena parte de la situación” en cuanto a fomento de la natalidad se refiere, se resolvería “estableciendo mejoras en la conciliación familiar y personal que faciliten a los jóvenes plantearse el formar una familia”. La docente asume que estas son políticas “que no castiguen a la mujer en el terreno profesional” y que permitan a un mayor número de personas pensar al menos en tener hijos. “Pero hay que alejarse para ello de la precariedad laboral, las jornadas extensivas… porque, evidentemente, todo esto dificultan la independencia y el querer formar una familia”.

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Otra ecuación para favorecer que nazcan más niños en nuestro país guarda asimismo relación directa con el estudio del INE y las zonas rurales. Existen pistas en un pasado muy reciente de lo que se puede hacer para favorecer que la gente se aventure a emprender su vida alejada de las ciudades. “Durante el Covid hemos visto una tendencia que, si bien no sabemos si se mantendrá en el tiempo, es interesante; y es que mucha gente se planteó formas de vida más rurales, donde además el coste es menor, con lo que se pueden plantear tener hijos”, indica Cordero.

Para que esto gane al paso de los meses y los años es fundamental, asegura nuestra especialista, “que se mejoren las infraestructuras que permitan el tránsito de grandes urbes a pueblos y entre estos últimos”, algo que, por otro lado, podría tener incluso beneficios para la salud de los más pequeños porque en los sitios rurales “las condiciones son más salubres”.

En consecuencia, las claves locales en pos de una especie de eterna juventud (o al menos más amplia) se encuentran en apostar por políticas cuyos beneficios son conocidos -véase el teletrabajo- y en hacer hincapié en esos puntos de los que a veces tanto se habla, pero sobre los que tan poco se actúa.