La menopausia marca el fin de la etapa reproductiva en la vida de las mujeres. Lejos de ser una patología, representa una transición fisiológica inevitable que, sin embargo, sigue rodeada de tabúes, desinformación y silencios. Muchas mujeres la atraviesan sin un acompañamiento médico adecuado, ignorando que existe toda una batería de herramientas para aliviar sus síntomas y mejorar su calidad de vida.
Esta etapa suele iniciarse entre los 45 y 55 años, aunque puede variar ampliamente de una mujer a otra. La perimenopausia, ese periodo de transición que puede durar varios años, viene acompañada de oscilaciones hormonales que afectan al metabolismo, el ánimo, el sueño, la piel, los huesos, el corazón y hasta la esfera sexual. Entender qué ocurre en el cuerpo durante esta fase es clave para tomar decisiones informadas y vivirla con mayor plenitud.
¿Qué le ocurre al cuerpo femenino en la menopausia?
Durante la menopausia, el cuerpo femenino deja de producir hormonas ováricas como los estrógenos, la progesterona y pequeñas cantidades de andrógenos. Estos cambios no afectan solo al sistema reproductivo: el organismo entero se resiente, ya que los estrógenos intervienen en el funcionamiento de múltiples órganos.
"La menopausia se caracteriza por el cese de producción de hormonas de las glándulas ováricas que producen estrógenos, progesterona y pequeñas cantidades de andrógenos o hormonas masculina, como la testosterona", explica la Dra. Clotilde Vázquez, jefa del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz, centro integrado en la red pública madrileña de salud (SERMAS).
"Tenemos receptores de estrógenos en prácticamente todo el organismo, el cerebro, pulmones, corazón, vasos sanguíneos, hígado, páncreas, hueso, piel, articulaciones, etcétera", añade la especialista. Esto explica por qué los efectos de la menopausia son tan diversos y a veces imprevisibles.
Los síntomas: más allá de los sofocos
Aunque los sofocos son el síntoma más conocido, la menopausia puede traer consigo una larga lista de manifestaciones: insomnio, ansiedad, cambios de humor, sequedad vaginal, ganancia de peso, pérdida de masa muscular y ósea, entre otros.
"Dentro de los síntomas que se producen hay un amplísimo abanico. Los más conocidos por frecuentes son los sofocos, el insomnio, la afectación genitourinaria y la inestabilidad emocional, la dificultad para la concentración, la famosa “niebla mental” junto a pérdida de hueso, pérdida de músculo, empeoramiento de la calidad de las articulaciones", señala la doctora.

Dra. Clotilde Vázquez, jefa de Endocrinología y Nutrición de la Fundación Jiménez Díaz.
También es habitual notar un aumento del tejido graso, sobre todo en la zona abdominal. "Esto conlleva que 'haciendo' lo mismo, si no hacemos algunos cambios, se tiende a ganar grasa como resultado de un balance positivo energético", explica.
Cómo abordarla desde la medicina: terapia hormonal y alternativas
Los cambios emocionales y el insomnio pueden comenzar incluso antes de que desaparezcan por completo las menstruaciones. "Son debidos a las oscilaciones hormonales en una glándula que ya no funciona perfectamente", explica la endocrinóloga. Esto lleva a muchos errores de diagnóstico: "Con mucha frecuencia, esa situación de ansiedad, irritabilidad o más aún, tristeza, depresión, apatía, falta de energía, suelen ser diagnosticadas como síntomas depresivos ansiosos y tratadas con antidepresivos".
Sin embargo, muchas veces la causa es hormonal y debe tratarse como tal. "El tratamiento, digamos, etiológico, es el reemplazo de la función ovárica", apunta. Eso sí, aclara que "esto implica hacer una valoración profunda de la mujer porque existen algunas contraindicaciones absolutas o relativas".
Cuando la terapia hormonal sustitutiva no es posible o no se desea, existen otras opciones. "En personas que no quieren o no pueden tratarse con reemplazo hormonal, existen bastantes productos procedentes del mundo vegetal que tienen la cualidad de atenuar un poco los síntomas más acusados".
Y añade una novedad terapéutica importante: "En los últimos años se han desarrollado unos medicamentos que actúan de manera muy eficaz para el control de los sofocos, que no son hormonas, que actúan en base a los receptores de neuro quininas".
Menopausia activa: estilo de vida como medicina
Tanto si se opta por tratamiento hormonal como si no, el estilo de vida es clave para prevenir complicaciones y mejorar la calidad de vida. "El estilo de vida juega un papel absolutamente decisivo, con reemplazo hormonal o sin reemplazo hormonal", afirma la Dra. Vázquez.
Una alimentación saludable es una de las principales herramientas. Se recomienda seguir los principios de la dieta mediterránea: "Mucha fibra, alimentos de procedencia vegetal, disminución de carne y cárnicos, aumento de pescado, aceite de oliva como único grasa, utilización de frutos secos, legumbres, hortalizas y limitación total de azúcares solubles", detalla la especialista la de Fundación Jiménez Díaz.
La higiene del sueño también merece atención. "Precisamente por la vulnerabilidad de dormir en ausencia de estrógenos, hace que sea mucho más importante generar cambios en el estilo de vida que favorezcan un sueño higiénico y suficiente".
El ejercicio es otro pilar fundamental, especialmente el entrenamiento de fuerza y la actividad aeróbica. "Últimamente solo se habla del ejercicio de fuerza y hay que decir que el ejercicio aeróbico es también muy importante para mejorar la circulación en general, para combatir la resistencia a la insulina y consumir hidratos de carbono".
"Los ejercicios de resistencia son muy necesarios para atenuar o anular la pérdida de músculo", afirma. Y concluye: "Gracias al ejercicio de fuerza, nuestros músculos y nuestros huesos pueden mantenerse más jóvenes". Además, "muchas mujeres experimentan una mejora en el nivel energético, en el estado de ánimo, con una práctica regular de ejercicios de resistencia 2 o 3 veces a la semana".
El reto emocional y el poder de la información
Una de las grandes deudas del sistema sanitario y educativo con las mujeres es la falta de información clara sobre la menopausia. Muchas llegan a esta etapa sin saber qué esperar ni cómo gestionarla. Esta carencia puede derivar en angustia, diagnósticos erróneos o tratamientos inadecuados.
La educación sanitaria y el acompañamiento médico son herramientas clave para que las mujeres puedan tomar decisiones informadas. Reconocer que los síntomas tienen una causa fisiológica concreta es el primer paso para dejar de patologizar esta etapa y empezar a abordarla desde el autocuidado y el conocimiento.
Entender la menopausia como un ciclo natural, del mismo modo que la pubertad o el embarazo, permite resignificarla desde una perspectiva de salud y bienestar. Informarse, cuidarse y buscar apoyo profesional son las claves para vivir esta transición con plenitud.