El color morado ha vuelto a cubrir las calles de numerosas ciudades de España, aunque en una veintena de ellas el feminismo ha caminado por separado. Después de dos años marcados por la pandemia del coronavirus, las reivindicaciones por el Día Internacional de la Mujer, este 8 de marzo, se han vuelto a retomar masivamente en la calle. Las manifestantes lo tienen claro, y es que tenían ganas de volver a marcar sus voces, demostrar que están y que luchan por sus derechos y por la igualdad sin permitir ningún paso atrás.

Con una edición histórica en 2019, cuando la marcha en Madrid -la más multitudinaria- reunió a 350.000 feministas, y tras un 2020 marcado por el inicio de la pandemia, y las culpas que posteriormente se le achacaron pese a no ser el único evento masivo que se celebró en la fecha, y un 2021 con actos reducidos y limitados por la situación sanitaria, este 2022 ha devuelto a la lucha por los derechos y la igualdad de las mujeres su autenticidad y su masividad.

La marcha organizada por la Comisión del 8M en Madrid, que este año ha cambiado el recorrido para desembocar en la Plaza de Colón, ha sido la principal en la capital y en España, acogiendo a unas 50.000 personas según la Delegación del Gobierno de Madrid y 100.000 según las organizadoras. Con el lema de ‘Derechos para todas, todos los días’ y definidas como transincluyentes -a diferencia de la marcha que ha transcurrido por la Gran Vía hasta la Plaza de España, que se han desmarcado por la Ley Trans, la prostitución y la pornografía-, esta marcha también ha reivindicado el ‘No a la guerra’.

Aunque las cifras que se han visto este martes han quedado muy lejos de los 350.000 asistentes que se contabilizaron en 2018 y 2019, el mensaje del movimiento feminista es claro. La lucha por la igualdad es innegociable y no van a rendirse. “Feliz será el día que no falte ninguna”, “Que los secretos familiares dejen de encubrir abusadores”, “A mí también me gustan las mujeres y no las acoso” o “Ni un paso atrás en la lucha por la igualdad” son algunos de los lemas que se han dejado leer en el mar de pancartas que han inundado el centro madrileño. El color morado, los posters, las camisetas… todo con lemas reivindicativos propios de este día y que tanto se han echado de menos durante la pandemia.

Además, uno de los sentimientos que se ha dejado ver en esta edición del 8M ha sido el de decepción y tristeza ante la fractura que se ha producido en el feminismo. Las asistentes a la marcha principal han mostrado su rechazo a esta separación, porque quieren que todas las mujeres permanezcan unidas por una misma lucha, una lucha que las concierne a todas.

Los puntos de separación

La unidad del movimiento feminista se ha roto este 8 de marzo. Por un lado, la Comisión del 8M de Madrid, la organizadora tradicional, es contraria a la abolición de la prostitución y favorable a la autodeterminación de género y, por el otro, el Movimiento Feminista de Madrid ha pedido la abolición y la eliminación de las leyes de género porque consideran que esto “borra a la mujer”. “Es triste que haya compañeras que convoquen otra manifestación por separado”, ha lamentado una de las asistentes a la manifestación principal. Además, insiste en que las mujeres deben permanecer unidas en lo que considera que las incumbe a todas, sin distinciones.

Y es que, aunque la ministra de Igualdad, Irene Montero, ha querido quitar importancia al asunto, al igual que lo han declarado algunas de las manifestantes, la situación es complicada. Y es que en la marcha que ha transcurrido por Gran Vía se ha exigido su dimisión y en el manifiesto se han expuesto temas como la abolición de la prostitución o la ilegalización de los vientres de alquiler.

“No a la guerra”

Este 8 de marzo también ha servido para mostrar la postura contraria a las guerras, con la reciente en Ucrania como telón de fondo y con el recuerdo de las mujeres afganas que tienen que vivir con los talibán en el Gobierno en Afganistán. Ha sido por esto, en solidaridad con todas las mujeres del planeta, por lo que la guerra ha estado muy presente en la marcha. Con el grito de “no a la guerra” y con pancartas con lemas como “Stop War” o “Stop Putin”, las feministas lo han demostrado.

“Estamos con las ucranianas que resisten el horror de la ocupación, pero también con las mujeres rusas que luchan para frenar la invasión armada”, ha pronunciado la portavoz de la plataforma organizadora en su llegada a Colón, recordando a “todas las mujeres que en todo el mundo luchan por la paz”.