Como narramos en el reportaje titulado “Los 82.831 ferroviarios que el franquismo reprimió, la democracia olvidó y RENFE dignifica” con motivo de la elaboración por parte de RENFE de ‘Los hijos del hierro’, el primer documental histórico de la represión en el ferrocarril, los trabajadores del tren fueron un colectivo temido por el franquismo y muy represaliados por el fascismo alzado en armas en el 36. Luego de acabada la contienda civil, la dictadura continuó cebándose con ellos por ser un colectivo muy numeroso, de alta afiliación y conciencia  sindical muy alta, esencial  por ser estratégicos y muy combativo.

Pero hay otra página negra en esta represión a los trabajadores del tren y que como en otros sectores, siempre ha aparecido en un segundo plano, el de las mujeres trabajadoras o esposas, madres o hijas de los ferroviarios. Fueron lo que podemos denominar como “Las hijas del hierro”.

Los golpistas sometieron desde el principio a una represión específica a las mujeres por su condición de género persiguiendo laminar su rebeldía y buscando su sumisión social. Para ello no dudaron en aplicar duras medidas tales como el confinamiento. Fueron represaliadas con la depuración en sus trabajos o, en su defecto, reduciendo y discriminando su status laboral en relación a los hombres. Las mujeres ferroviarias tanto las pertenecientes a las plantillas como las que eran familiares de los hombres represaliados, sufrieron una especial  represión criminal solo por el hecho de ser mujer.

Legislación franquista para depurar

Según distintos estudios e investigaciones 4.592 mujeres fueron depuradas como aplicación de la Ley 10/02/1939 (solo un día después de la Ley de Responsabilidades Políticas y no derogada hasta la muerte de Franco). Dicha norma puso en marcha la depuración de los empleados públicos que se hallasen en las zonas controladas por el ejército de los mal llamados “nacionales”. Otro decreto, el de fecha 27/02/1939 amplió la depuración a corporaciones y empresas concesionarias de servicios públicos, incluyendo así al personal de las compañías ferroviarias.

Como tantas mujeres represaliadas por el franquismo, “Las hijas del hierro” de la misma forma que sus compañeros, se vieron obligadas a demostrar que poseían un pasado político “sin tacha” y que no se habían opuesto a la sublevación fascista. Era la única forma de intentar recuperar sus empleos. Ocurrió que los delitos que les imputaron siempre se valoraron con mayor severidad por el simple hecho de su género. Por tanto por ser mujeres se consideraron más graves lo que conllevó que a muchas de estas mujeres se les sancionase por los delitos atribuidos a sus maridos e hijos.

Al menos 716 ferroviarias recibieron algún tipo de sanción laboral
Todos estos datos, extraídos de la web Memoria Histórica Ferroviaria, señalan también como este proceso represivo fue documentado conservándose todos los expedientes con indicaciones como los cargos, descargos, delaciones, sanciones, trayectoria laboral y personal. Por ello nos es posible conocer hoy lo que sucedió reconstruyendo a la memoria para que no caiga en el olvido. Así sabemos las situaciones laborales en relación a los hombres al mismo tiempo que conocemos las redes familiares al ser muchas de ellas familiares de trabajadores ferroviarios. 716 ferroviarias recibieron algún tipo de sanción laboral en un cálculo a la baja.

La historia de la integración de las mujeres al mundo laboral del ferrocarril aconteció en las últimas décadas del siglo XIX. Las compañías, necesitadas de personal para guardar los pasos a nivel, vieron un nicho para estas labores en las esposas de los trabajadores de vía y obras, eso sí, con salarios precarios, alrededor de  un tercio y la mitad del de los hombres. El esquema mental de las compañías era simplemente que entendían esta labor de las mujeres no como un trabajo, sino como una concesión y un favor, una especie de suplemento  que la mujer llevaba a los ingresos de las familias.

Las “guardesas”
Fue así como nació un enorme gremio laboral formado por las denominadas las “guardesas” del ferrocarril. Para las compañías, laboralmente, no eran más que una extensión de sus maridos. Detrás de este numeroso colectivo de las “guardesas”, se encontraba otro más compuesto por las mujeres reclutadas para las tareas de limpieza. Era menor en tamaño y en una situación marginal en relación con las mujeres ferroviarias de otros oficios cualificados.

“Liberara a la mujer casada del taller y de la fábrica” para ejercer de esposa y madre
Durante la República se estableció la igualdad jurídica entre hombres y mujeres pero su aplicación laboral fue limitada y tardía. En 1931 se avanzó con el seguro de maternidad, el subsidio de lactancia y derechos médicos y farmacéuticos. En cambio no se eliminó el veto a que las mujeres desarrollasen trabajos peligrosos y nocturnos, como fue el caso de las guardesas ferroviarias. La Dictadura franquista, en el Fuero del Trabajo de 1938, incluyó el principio de que el Estado “liberara a la mujer casada del taller y de la fábrica” para asegurarse de que cumpliera el rol de esposa y madre que supuestamente le correspondía por su naturaleza.

Obligadas a excedencia forzosa si se casaban
Por todo ello no puede causar asombro que, tras la constitución del nuevo régimen franquista, se incorporasen al catálogo prohibitivo que pudieran registrarse en las oficinas de colocación si no eran cabezas de familia o acceder a trabajos de alto nivel en la Administración. Así mismo se las obligaba a estar en situación de excedencia forzosa si se casaban. Varios centenares de mujeres ferroviarias sufrieron esta otra forma de marginación y exclusión laboral.

En este enlace se hace público los nombres de las trabajadoras depuradas.
 

*Fuente: Web Memoria Histórica Ferroviaria. Su propósito es contribuir a reponer la memoria y rendir homenaje a los ferroviarios represaliados por el franquismo asumiendo el compromiso de poner al servicio de las miles de víctimas ferroviarias del franquismo recursos y actividades que redunden en su reparación social.