El escritor Ramón Mayrata, uno de los mayores expertos en la historia y la cultura de la magia, reivindica la figura de Joan Dalmau "el Tortosino", un mago español que trabajó para el emperador Carlos V y que fue el pionero de la magia moderna, al convertir el ilusionismo en un arte escénico independiente.

En una entrevista con la agencia EFE, Mayrata explica que Dalmau fue el primero en provocar en el público sensaciones de asombro y admiración, y en hacerles cuestionar los límites de la realidad y las causas de los fenómenos que presenciaban. Así, sentó las bases del ilusionismo moderno, que se basa en crear imposibles y hacer visible lo invisible.

Mayrata, que ha participado en la XX edición del Festival Internacional Vive la Magia en León, donde ha impartido una conferencia sobre la historia de la magia, señala que esta disciplina artística tiene sus orígenes en los rituales de las primeras culturas, donde el mago-chamán transformaba la realidad, hacía aparecer o desaparecer cosas, y añadía un mundo sobrenatural al mundo físico.

Con el paso del tiempo, el mago-chamán se convirtió en el mago-ilusionista, que utilizaba manipulaciones, efectos ópticos, ventriloquía y otros recursos escénicos para hacer visible lo que no existe materialmente, pero sí en las mentes de las personas: los sueños, los deseos, los dioses.

Fue en el Renacimiento cuando el público empezó a ver la magia ilusionista como un arte y no como una manifestación de fuerzas sobrenaturales. Además, la invención de la imprenta permitió difundir algunos de los secretos de los magos, que dejaron de ser anónimos.

Uno de los primeros magos en ser nombrado fue Joan Dalmau, que nació en Tortosa y que fue nombrado mago de cámara por Carlos V. Dalmau alcanzó la fama en Italia, Flandes, Alemania, España y Francia, donde actuó en las cortes más prestigiosas de la época.

Su nombre quedó registrado en 1541, cuando el médico y matemático Gierolamo Cardano escribió en su libro "De Subtilitate" sobre una actuación de Dalmau que le había impresionado dieciséis años antes, en 1525, coincidiendo con la victoria de Carlos I de España sobre los franceses en Pavía.

Dalmau actuó en la corte de Francisco II Sforza, duque de Milán, y dejó una huella imborrable en su arte y en su nombre, aunque Cardano lo llamó Dalmatum o Dammatus. Según Mayrata, Dalmau fue el creador de un nuevo tipo de escamoteador, que no trabajaba para el pueblo sino para la nobleza, y que tenía una personalidad artística propia.

No todos los juegos que realizaba eran de su invención, sino que algunos provenían de la tradición o de un pasado remoto, pero Dalmau les dio un toque personal. Uno de los juegos que le dio más fama fue el de los aros chinos, que todavía se practica hoy en día.

Mayrata afirma que Dalmau fue el precursor de la magia como arte escénico, y que desarrolló lenguajes artísticos novedosos y sofisticados, que dieron lugar a nuevas especialidades como la cartomagia. Además, fue un ejemplo de la movilidad geográfica de los artistas del Renacimiento, que viajaban por toda Europa.

Entre los juegos que formaban parte de su repertorio, se encuentran la "cuerda rota y recompuesta", "el hilo cortado en cien pedazos y recompuesto", "introducir un mensaje, corales o cualquier otra cosa en un limón o en una naranja" o "la aparición de un doblón en un membrillo".