Las redes sociales se han convertido en el terreno idóneo para la difusión de mensajes de odio y violencia entre simpatizantes de ultraderecha. Esta vez ha sido el caso del ex inspector de policía Iván Racaj que, en respuesta a un tuit publicado por el perfil ultra Liberalismo amable, ha augurado que “la caza del antifa será pronto deporte oficial como en Estados Unidos”.
En 2022, Racaj fue condenado a un año de prisión por agredir violentamente al fotoperiodista catalán Jordi Borrás, a quien rompió la nariz al grito de “¡Viva Franco!”. La condena le supuso la suspensión de sus funciones. Sin embargo, desde el pasado mes de enero, la formación liderada por Santiago Abascal le ha incorporado a sus filas como vocal en su Comité Ejecutivo en Ceuta. Al perecer, el pasado violento de Racaj no supone un impedimento para ejercer la política en su formación.
De hecho, no es la primera vez que Vox cuenta en sus órganos directivos a individuos implicados en agresiones violentas, por lo que se puede deducir que el partido premia este tipo de comportamientos, además de contribuir a su blanqueo.
Antes de incorporarse a la dirección de Vox en la ciudad de Ceuta, Racaj ya había colaborado en la formación de ultraderecha participando como ponente en varios actos organizados por la misma. Algunas de las temáticas que Racaj ha tratado en esas charlas ha sido “la estrategia de Marruecos para controlar las comunidades islámicas en España” o el papel de la Masonería en la política.
Ya ha pasado más de una semana y, desde Vox, no ha habido ningún pronunciamiento con respecto a las palabras del ex policía. El silencio de Vox, tanto a nivel local como nacional, deja entrever la simpatía con este tipo de actitudes, así como el apoyo proporcionado a Iván Racaj y, por tanto, la legitimidad de este tipo de comentarios.
Antecedentes violentos
No es la primera vez que Racaj airea sus deseos violentos. El inspector de Policía, con conocimientos en artes marciales, admitió durante el juicio, celebrado en Barcelona en enero de 2022, que propinó puñetazos y patadas al fotoperiodista Borràs guiado por su animadversión ideológica. Además, el agente trató de acusar inicialmente al periodista de una agresión en una pelea que en realidad nunca sucedió y después retiró la denuncia.
El agente aceptó entonces un año de cárcel por un delito de lesiones con la agravante de discriminación ideológica y no puede acercarse ni comunicarse con Borràs hasta 2026. La pena de prisión quedó en suspenso con la condición de que el inspector no delinquiera en dos años, cumpliera con la prohibición de comunicación con Borràs y realizara sendos cursos de prevención de la violencia y de aceptación de la diversidad. Además, el policía aceptó indemnizar a Borràs con 7.000 euros y hacerse cargo de los 4.500 euros que costó el procedimiento.
Los hechos ocurrieron el 16 de julio del año 2018 al lado de la comisaría de Vía Laietana de Barcelona, después de que Borràs, autor de varios trabajos sobre el fascismo y la extrema derecha en Catalunya, cubriera la presentación de la Crida, el partido de Carles Puigdemont, en el Ateneu Barcelonès. El policía lo reconoció y lo golpeó a gritos de “viva Franco” y “viva España”, causándole una fractura en la nariz. Después de que Borràs pidiera ayuda, el agente se dirigió a los testigos mostrando su placa para huir por los callejones del centro de la ciudad.
Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes
Síguenos en Google Discover