El duelo de este jueves en el que se miden Rayo Vallecano y Lech Poznan en la UEFA Conference League, estará marcado por el enfrentamiento de grupos ultras de ambos equipos la noche previa al encuentro. El suceso tuvo lugar en las inmediaciones del Estadio de Vallecas, desde las 20:30 horas. Durante la pelea se emplearon piedras y material pirotécnico, por lo que agentes de Policía Nacional tuvieron que intervenir para sofocar la situación. El conjunto polaco ha movilizado a más de 700 aficionados a la capital española y el choque ha sido declarado “de alto riesgo” por la Comisión Antiviolencia. Se movilizará un dispositivo cercano a los 400 integrantes.

La Delegación del Gobierno en Madrid confirmó que el operativo estará formado por agentes de la Unidad de Intervención Policial, la Unidad Especial de Caballería, la Brigada Provincial de Información y la Brigada Móvil, además de Policía Municipal, efectivos del SAMUR-Protección Civil, Bomberos y seguridad privada del club. Aun así, los disturbios comenzaron 24 horas antes del partido, cuando decenas de radicales del Lech Poznań y del Rayo se enfrentaron en las calles Medina de la Albufera y Buenos Aires. El intercambio dejó un detenido y un herido leve.

Una de las aficiones más temidas de Europa

Los ultras del Lech Poznan son habituales en la clasificación de “más peligrosos” de Europa. El campeón de la liga polaca cuenta con una afición muy numerosa, pero también radicalizada. Su principal grupo ultra, conocido como “Terror Machine”, ha sido catalogado por diversos medios como uno de los colectivos hooligans más violentos de Europa Central. Se les vincula con ideología de extrema derecha y tienen en su haber un largo historial de enfrentamientos tanto en territorio polaco como en el extranjero.

Los miembros de “Terror Machine” funcionan como una “bojówka”, término utilizado en Polonia para referirse a grupos de choque organizados. Estos colectivos se entrenan para participar en peleas concertadas, viajan en bloque a otros países y suelen coordinarse con ultras de clubes afines en el extranjero. Su estética combina símbolos nacionalistas y militaristas, y en sus desplazamientos es habitual el uso de bengalas, humo y pancartas de tono xenófobo o racista.

Tal es así que, por ejemplo, en 2015, los seguidores del Lech Poznań protagonizaron un boicot contra los refugiados al negarse a asistir a un partido europeo ante el Belenenses portugués. La protesta respondía a la medida de la UEFA que destinaba un euro por entrada vendida a ayuda humanitaria para las víctimas de la guerra en Siria. Aquella noche, el estadio se llenó de pancartas con mensajes antirrefugiados y solo acudieron unos 8.000 espectadores, de los 40.000 habituales.

En Polonia, el club ha recibido sanciones económicas por el uso masivo de pirotecnia y por cánticos ofensivos en varios encuentros de la liga nacional. En 2022, la UEFA les multó con 50.000 euros y el cierre parcial del estadio por incidentes en la previa de un partido europeo. Pese a las sanciones, el grupo mantiene un alto grado de organización y un perfil combativo que ha consolidado su cuestionable reputación.

Vallecas, un punto sensible

El barrio madrileño de Vallecas, con una identidad popular y un fuerte sentido de pertenencia, también cuenta con su propio grupo ultra: los Bukaneros, conocidos por su ideología antifascista y su oposición frontal a los grupos de extrema derecha. La llegada de los radicales polacos, con una simbología y discurso diametralmente opuestos, elevó desde el principio el nivel de alerta de las autoridades.

La Comisión Antiviolencia declaró el encuentro como de “alto riesgo”, y tanto la Policía Nacional como la Delegación del Gobierno subrayaron la necesidad de mantener separadas a ambas aficiones durante toda la jornada. Para ello, se han reforzado los controles en los accesos al estadio, el transporte público y los puntos de encuentro de los seguidores visitantes. En el duelo de este jueves, ambos grupos tendrán que convivir en los mejores términos posibles durante, al menos, dos horas, esperando que la pasión por el fútbol no acabe derivando, una vez más, en violencia.

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