Eva García Sáenz de Urturi tenía claro que le gustaba escribir pero su “sentido común” y carácter práctico la llevó a estudiar una carrera de ciencias. Se convirtió en optometrista y fue la primera de su promoción. Con 21 años ya regentaba una óptica y poco después se convirtió en profesora titular de la Universidad de Alicante. Su primer libro, ‘La saga de los longevos’ lo parió entre clases de universidad y los cuidados de sus dos hijos, de entonces uno y cuatro años. Se lo editó ella misma en Amazon y fue todo un éxito de ventas.

Han pasado ya cinco años de aquello y acaba de publicar su quinta novela: ‘Los ritos del agua’ (Planeta). En esta ocasión, el inspector de Policía, Unai López de Ayala, más conocido como Kraken, investiga el asesinato de la que fuera su primera novia, ejecutada siguiendo un ancestral rito celta. El asesino se mueve entre Cantabria y el País Vasco ejecutando con la Triple muerte a sus víctimas, mujeres embarazadas y hombres a punto de ser padres.

'El silencio de la Ciudad Blanca', primera parte de esta trilogía negra ya ha alcanzado su undécima edición y ha vendido 100.000 ejemplares. En 2019 se llevará al cine.

¿Cómo saltas de la óptica en la que trabajabas a la novela histórica primero y a la novela negra después?

Siempre he tenido mucho sentido común y pensé que tenía que hacer una carrera de ciencias porque las de letras, hace 25 años, tenían menos salida. No quería depender de mis padres y mi sentido práctico me llevó por ese camino en el que lo tendría más fácil para encontrar un trabajo. Pero independientemente de lo que yo estudiase, he mamado la literatura y los libros en mi casa, que estaba llena de libros y de novelas. Mi padre era abogado y también escribía. Yo seguí su ejemplo, hacía relatos cortos, participé en concursos, algunos los ganaba. Hice cursos de literatura creativa. Para mí era algo tan consustancial a mí que incluso la gente de mi alrededor no lo sabía. No tenía necesidad de explicar lo que hacía. Lo mismo que leo, escribo.

'Los ritos del agua' forma parte de una trilogía ¿eres más de novelas largas o sagas?

Cuando planteas una novela planteas unos personajes, su arco de transformación y toda una historia que empieza y que termina. Hay historias en las que los personajes salen muy grandes y tienen más recorrido para plantearles nuevas premisas dramáticas y te sale una segunda, tercera y una séptima... Los longevos, por ejemplo, por su propia naturaleza de que no mueren nunca ni envejecen  son muy episódicos y puedes escribir 20 o 50 libros.

¿Y el caso de Kraken, el protagonista de la trilogía de la Ciudad Blanca?

Es también muy episódico porque en cada novela resuelves un caso. Además me he ido tanto en la primera parte como en la segunda a un flash histórico. La novela policiaca te va muy bien para hacer continuaciones.  Todo depende de cuánto hagas envejecer a los personajes y cuánto avanza temporalmente el hilo del presente.

¿Qué relación tienes con tus personajes?

Cuando escribo, sobre todo en el caso del protagonista, tengo que meterme mucho en su piel, expresarme como él. Unai tenía una forma de hablar, sus rutinas de running, por ejemplo, algo de lo que no sé nada ni me interesa. Él, sin embargo, tenía claro que salía a correr a diario por los parques de Vitoria, algo que yo nunca habría hecho. ¡Qué pereza! Sin embargo, me salió solo, como uno de esos hijos cuando ya tienes cuatro o cinco al que no tienes que enseñar a gatear, a andar o a comer. No sé si es porque aprenden de sus  hermanos mayores, pero son mucho más autónomos.

Unai es como uno de esos hijos que aprenden de sus hermanos mayores

Unai tenía su personalidad desde el primer momento. Imagino que por el poso que suponen cinco novelas. Calculo que habré creado unos 1.000 personajes y mis recursos. No necesito ir con la ficha del personaje, con su arco de transformación. A él le ha pasado esto.

¿Hay reivindicación en esta última novela?

El tema de fondo es duro, durísimo. Lo he querido hacer elegante en el sentido de que no presento ninguna escena escabrosa. Sino que hago una elipsis y dejo que el lector se lo imagine. Sin embargo, me está sorprendiendo mucho que la gente que ha leído la novela me diga lo duro que es. Y yo les digo, no, es cómo te lo has imaginado. La imaginación del lector pone algo que yo no he escrito.

Es un gran piropo, ¿no?

A los lectores. Yo no he hecho nada.

Puedes ir dirigido a ambos, para ellos y para ti que has sido capaz de crear esa sensación, algo que no es fácil en la literatura.

Lo fácil hubiera sido ser descriptivo y demostrarlo. Es lo que pasa con los nórdicos, que ponen la violencia explícita. Pero en este caso no quería. De todas mis novelas, en ésta es en la que más me he mojado. En los agradecimientos lo explico. Si alguien tiene la sospecha de que esto está pasando, que no mire para otro lado. Por mi parte ha querido ser un puñetazo en el estómago hacia tanta gente que mira para otro lado. Hay una denuncia muy clara, de una violencia intrafamiliar y hacia los adultos que miran hacia otro lado.

En la primera también había una historia de fondo: el machismo, la violencia de género y reproche a una sociedad que calla simplemente por el estatus del marido. Una de las capas que tiene el título, ‘El silencio de la ciudad blanca’, es la crítica a toda una ciudad que calla.

¿En qué escritores te has inspirado de novela negra? ¿La novela nórdica ha sido una de tus fuentes?

He leído mucho, pero mis escritores favoritos son Pierre Lemaitre, que es francés, los estadounidenses Don Winslow y Dennis Lehane. De la novela nórdica, Jo Nesbø igual es el que más me gusta, Henning Mankell, Camilla Läckberg, Stieg Larsson…

Para mí es un reto matar sin sangre

Mankel o Jo Nesbø  me sirven para saber que no no quiero hacer: no quiero ser tan explícita ni ser tan gore, ni meter torturas o mutilaciones. Para mí es un reto matar sin sangre. En los dos libros de la trilogía las escenas son limpias, sin nada de sangre.

Los nórdicos tienen es esa parte de denuncia de cómo en un país con buena calidad de vida hay ciertas partes podridas. Pero a mí no me sale una novela tan social, tan política. Acabo denunciando pero  me muevo más en la esfera de lo privado.

¿Has triunfado en tiempos de crisis en un sector que no es nada fácil? ¿Cómo lo has hecho?

Se lee poco y se piratea mucho. A las ocho horas de salir el libro a la venta, he encontrado diez enlaces piratas para descargarlo. Es necesario educar y concienciar a los adolescentes para que no lo hagan, para que te roben. Si yo veo un cochazo, lo quiero y lo puedo pagar, me lo compro. No me metería en un concesionario para robarlo, ni escribiría después al dueño para decirle que me ha encantado y preguntarle cuándo sale el próximo modelo, para robarlo también.

Es lo que me pasa a mí en mi página oficial, donde me preguntan cómo robar mis libros

Si viviésemos todos en una economía colaborativa, en un mundo idílico en el que todos compartiesen su sueldo, yo también lo haría, pero la realidad no es así. Cobro un euro por novela así que imagínate cuántos tengo que vender para vivir.  El día que no me compense, volveré a la universidad. Pero la gente que no me pregunte para cuándo la tercera cuando me está robando. Los autores tenemos que ser claros para que deje de estar bien visto en la sociedad este tipo de cosas.