La carne es un alimento consumido por la gran mayoría de la sociedad a nivel global, es por esto que cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en 2015 un estudio en el que aseveraban que la carne procesada es cancerígena y que la roja también puede serlo, saltaron todas las alarmas.

Es cierto que desde la institución no difundieron la intensidad o el grado con el que este alimento podía causar esta enfermedad. La carne pasó al grupo de productos cancerígenos, sector en el que se encuentran el alcohol o el tabaco, no obstante, el riesgo de desarrollar esta dolencia sería mucho menor que con el consumo de las otras sustancias.

La información afecta a un alimento que es pieza clave en la alimentación, por lo que hay que tratarla con máximo cuidado. Por este motivo, investigadores del Centro Cochrane Iberoamérica, la Academia Española de Nutrición y la Universitat Pompeu Fabra han decidido analizar en profundidad este mensaje.

La conclusión a la que han llegado es que la carne sí puede fomentar el riesgo de cáncer, pero no en la medida de productos nocivos como el tabaco, es mucho inferior. No obstante, los expertos hacen una diferenciación entre la carne roja y la procesada. Consideran que en los estudios sobre la carne roja, “la confianza en los resultados de la investigación es baja, es decir, la realización de nuevos estudios podría ofrecer resultados diferentes”.