La alerta roja ya estaba puesta hace décadas cuando se hablaba del impacto de la crisis climática en nuestro planeta. Advertencia que parecía ajena a nuestros quehaceres cotidianos hasta que los indicadores de los termómetros revelaban justo lo contrario. Picos de calor y altas temperaturas anuales caracterizadas por batir récords históricos tanto en zonas de mar abierto como dentro de la Meseta. Pero es que al horno ibérico se suman los continuos incendios y una inminente sequía que sacude al país con el agua bajo peligro. Es la asfixia del calor y el sofoco de la temporada estival.

Resguardarse de esta calima es la primera advertencia que hacen los organismos públicos: la sombra es el destino principal para los viandantes de a pie, pero no para todos. No para los trabajadores al aire libre ni tampoco para aquellos establecidos en interiores expuestos a las extremas temperaturas y a las consecuencias de este fenómeno sumando las capas de la indumentaria poco adecuadas, la falta de hidratación o los preocupantes golpes de calor derivados de unos síntomas poco detectables durante plena actividad laboral. Una alerta que ya se emitía como preocupante tras el fallecimiento de un operario de limpieza en la capital el pasado verano a causa de un golpe de calor tras horas extensas de jornada laboral durante estos baremos extremos.

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Todos estos antecedentes han situado a la crisis climática como punto fuerte en la mesa de diálogo del Gobierno en conjunto con los actores sociales. Como resultado, hace apenas una semana, el Consejo de Ministros daba luz verde a un nuevo paquete de medidas para proteger a los trabajadores frente a las extremas temperaturas, entre ellas, con reducciones de la jornada laboral o directamente la prohibición de las tareas durante las alertas rojas o naranjas de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). El nuevo real decreto también agrega la redistribución de turnos, así como la obligación para las empresas de adoptar medidas específicas como el uso de ropas más ligeras o transpirables.

El peligro de acostumbrarse al calor

Aunque parece que la nueva medida no es del agrado para todos los trabajadores de los sectores afectados. No para Álvaro Esteban Jiménez, electricista que trabaja justo en las horas puntuales con más exposición a los rayos, con una jornada desde las 8.00 h. hasta las 15.00 horas en el Ayuntamiento de Torremocha de Jarama. En concreto, Álvaro denuncia que esta medida no beneficiaría a los trabajadores que sufren de los peligros del sol, ya que daría lugar a que los propios empresarios buscasen otras opciones como el trabajo nocturno pese a los suplementos por trabajar en este horario. “Si tú me prohíbes trabajar estas horas, trabajaré otras horas”, recalca el joven de 25 años, y añade sobre la medida que “sobre el papel está la teoría, pero llevado a la práctica, pues no beneficia a todos”.

Sobre el papel está la teoría, pero llevado a la práctica, pues no beneficia a todos

Asimismo, Esteban también puntualiza que su actividad laboral está relacionada con el esfuerzo físico y que tras haber trabajado en varias ocasiones “tu cuerpo se va acostumbrando al calor”. “Te vas acostumbrando, llega un punto en el que tu cuerpo se acostumbra, es peligroso, pero es verdad que no es lo mismo que estar a la sombra y que hagan 60 grados”. Por ello, recomienda hidratarse bien, utilizar gorras y protección solar, al igual que emplear mangas largas, especialmente, por su ocupación que requiere también de guantes de protección al cableado de alta tensión.

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El calor en interiores

En cambio, Felipe (pseudónimo), soldador en una nave, opina lo contrario. Considera que el horario nocturno es una buena opción y que el calor siempre está presente en su jornada laboral. En su caso, se han instaurado medidas en su horario laboral durante los picos de calor como las jornadas intensivas que abarcan también parte del trabajo nocturno. Si bien, ambos coinciden en que “el cuerpo también se acostumbra al calor” y que así “coge su temperatura”. “En verano paso mucho calor, en invierno no tanto; al final te acostumbras y te adaptas”, argumenta.

Los días de calor extremo son la segunda quincena de julio y la primera semana de agosto

Respecto a la vestimenta, el profesional aclara que “como soy soldador no puedo quitarme toda la ropa porque si no me quemo, es que por tener más ropa no significa que vas a pasar más calor o menos, al final es casi mejor llevar más ropa que menos ropa, pero porque la necesito para la protección”. También habla sobre los golpes de calor durante su jornada laboral, y es que destaca que ha habido compañeros que sí han sufrido de estos cuadros médicos que se producen cuando la temperatura corporal se eleva por encima de los 39.4 grados centígrados.

“Claro que sí ha habido gente que les ha dado golpes de calor. Eso pasa porque te pilla en un momento bajo y te da un subidón de temperatura, pero claro eso pasa durante los días fuertes de calor”, explica. Y concluye que “aunque estés acostumbrado al calor tienes unos días como, por ejemplo, la segunda quincena de julio y la primera semana de agosto, que es cuando el calor ahí es insoportable”.

Una medida ampliamente solicitada por los sindicatos

El calor es el elemento que más preocupa a los trabajadores, una demanda que había sido emitida por los sindicatos mucho antes de ser aprobado este nuevo paquete anunciado por la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Así lo reconoce Mariano Sanz, secretario confederal de Comisiones Obreras de Salud Laboral y Sostenibilidad Medioambiental. “Nosotros venimos trabajando desde hace mucho tiempo esta medida que debería ya de haber estado incluido en muchas evaluaciones de riesgo con actividades susceptibles de tener golpes de calor”, aclara Sanz. De hecho, lo que más destaca de esta necesidad en el plano laboral es la aplicación del procedimiento preventivo. “Hay que elaborar un plan de prevención, de ahí hay que hacer esa evaluación de riesgos y poner todas las medidas necesarias para que la salud del trabajador esté protegida”, recalca y añade que su “valoración al nuevo paquete de medidas es positiva”.

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Asimismo, reconoce la importancia de este plan de prevención vinculado a los avisos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). “Porque en ese sentido ya tenemos una referencia muchísimo más clara, más precisa de lo que significa el riesgo de temperaturas extremas que estaba recogido ya en el Real Decreto de jornadas especiales”, argumenta. Y destaca que “el mayor problema que nos vamos a enfrentar la humanidad como humanidad en los próximos tiempos es el cambio climático porque ya estamos sufriendo sus consecuencias, España ya está cambiando las condiciones de vida”, agrega.

Hay que tomar medidas, hay que reconocer los riesgos para prevenirlos, para identificarlos

Respecto a la indumentaria, Mariano insiste en que esta evaluación de riesgos tenga en cuenta la protección del trabajador. “El uniforme que se utiliza habitualmente tiene que ser adecuado, tiene que ser transpirable; los equipos de producción individual también tienen que estar adaptados para afrontar ese riesgo y las evaluaciones de riesgo tienen que tener en cuenta estas prendas de protección puestas”, explica. Asimismo, habla sobre la necesidad de formar a los trabajadores en materia de prevención de riesgos laborales, concretamente, para evitar los temidos golpes de calor y los síntomas muy similares a los dolores de cabeza habituales que parecen no estar relacionados con la anterior mencionada dolencia.

Hay que tomar medidas, hay que reconocer los riesgos para prevenirlos, para identificarlos, a lo mejor tenemos que refrigerarnos o ponerme en una buena sombra, coger y aplicarme paños fríos, ver si tengo la ropa muy apretada, entre otras; además hay que ver que estas patologías se puedan ver multiplicadas en personas sensibles porque sean asmáticos o tengan enfermedades que puedan agravar este riesgo”, concluye.