Una oda a las mujeres de su vida. Esta es la carta de presentación con la que la fotoperiodista Tamara Rozas se estrena en el mundo del arte con su exposición ‘Vida’, en la que da muestra de la resiliencia femenina desde un plano que le toca de cerca, desde lo íntimo, desde el cariño.

En lo que concierne al ámbito familiar, su abuela sufrió la muerte de su hijo por VIH, mientras su otra abuela padece Alzheimer. Las historias de Vanesa y Marta también le han calado hondo: la primera de ellas sufrió cáncer, mientras que la segunda fue víctima de una violación.

Desde la vulnerabilidad y poniendo el valor el cuidado de las personas que nos rodean, Rozas, a través de su exposición inmersiva en la que se incluye fotografía, performance y música, sumerge al espectador en un vaivén de emociones que prometen no defraudar.

PREGUNTA (P): Pese a tener solo cuatro letras, ‘Vida’, es una palabra muy ambigua pero que, a su vez, puede aportar mucho significado. ¿De qué idea nace escoger esta palabra para darle nombre a tu obra?

RESPUESTA (R): Vida es una palabra muy corta pero que alberga una gran inmensidad. Estoy contando historias de vida, historias negativas pero muy positivas a su vez. Trato de hacer, no un diario explícito del hecho, sino un diario emocional de la consecuencia de ese hecho. De cómo a través de la resiliencia y de la valentía, de historias de cuatro mujeres muy importantes para mí, estoy hablando de vida. Se me ocurrió que era la palabra perfecta para describirlo.

Quiero contar historias que canalicen a través de la emoción

P: Tu exposición transmite experiencias separadas en el tiempo de tus dos abuelas y dos amigas tuyas. Una oda a las mujeres de tu vida que han sufrido por diferentes motivos: perder un hijo, sufrir alzhéimer, una violación y un cáncer. En el arte pasa a veces que uno se va lejos cuando, en realidad, la historia la tiene justo al lado. ¿La obra es un ejemplo de ello?

R: Lo que me abrió las puertas de la exposición fue un proyecto de retratos de mujeres del arte y la cultura que, entre ellas, estaban Isabel Coixet, fotoperiodistas, directoras de cine y artistas en general.

Pero tuve este punto de inflexión en el que dije: ‘Quiero contar historias que canalicen a través de la emoción y que logren empatizar con el espectador sin imponer mi visión’. Son historias que no me han sucedido en primera persona pero que, a través del bagaje de cada uno, de cada experiencia vital, de cada espectador, pueda conectar.

A veces nos empeñamos en buscar fuera historias que tenemos dentro. Cuando hay emoción, aunque no sean caras conocidas, va a conectar de otra manera. Quizás lo difícil ha sido llegar a canalizar toda esta emoción desde la cotidianidad, porque es por eso que, muchas veces, no es fácil buscar lo distinto en historias son ajenas y exóticas. Cuesta encontrar la belleza y la distinción en algo que te es muy familiar, pero ese es el reto.

Imagen de la exposición 'Vida', de Tamara Rozas (2). Imagen cedida.

Imagen de la exposición 'Vida', de Tamara Rozas. Imagen cedida.

P: Lo que llama la atención es que no es una exposición estática, sino que se incluye una performance con bailarines y música. Cuéntanos un poquito más. ¿Qué puede esperar el público?

R: El plato fuerte son las 46 imágenes, he dividido instalaciones porque esa es mi forma de comunicar, de contar historias a través de imágenes y vídeo, pero también del texto. Los testimonios escritos y sonoros tienen una especial importancia, mi abuela me contó durante una hora y media cómo fue cuidar de mi tío hasta el final de sus días, que falleció de SIDA.

También quería reforzar con otros lenguajes que no controlo tanto, como el baile y la música, pero tienen ese don de envolver que no tiene la fotografía. Quería hacer esa fusión para culminar este proyecto experimental.

La performance es una pieza más de la exposición, no es un reclamo publicitario porque no solo se realizó el día de la inauguración, sino que está grabada y se proyecta en la puerta de entrada.

La resiliencia convierte en belleza el dolor

P: En la obra se incluye ese audio de tu abuela en el que habla de la pérdida de su hijo, fallecido por sida. ¿Qué querías transmitir exactamente con esta parte?

R: Quería poner en valor que mis abuelas son personas que, sin quizás haber recibido la cultura para poder enfrentarse al mundo como hoy, han cuidado sin abusar ni intervenir, con fuerza, desde el cuidado y el cariño, desde la resiliencia. Por ello este es un proyecto feminista.

El punto de inflexión es enfrentarte al sufrimiento cara a cara para poder aprender a convivir con él. Es lo que hace la resiliencia, cómo conviertes en belleza ese dolor para poder transformarlo y que haga de motor para poder continuar.

P: El escenario escogido es la cárcel de Segovia ¿Qué simbología guarda este lugar para que sirva como punto de encuentro?

R: Me dieron la oportunidad y, más allá de esta, todo ha resultado muy coherente, ha funcionado muy bien porque era un espacio que fue una antigua cárcel de mujeres y de presos durante la guerra y el Franquismo. De hecho, hay una celda arriba dedicada a ellos.

Toda la cárcel, que habla de no libertad, refuerza el proyecto porque éste va en la dirección opuesta. Yo creo que comprender es aliviar y todo lo que conlleva a nivel conceptual el proyecto obedecía a una serie de normas que también reúne la cárcel: la exposición necesitaba una atmósfera que apelase a la libertad -lo tiene la cárcel-, un espacio diáfano, que lo encontramos en el aire, el humo y otros elementos que aparece y que apelan, todos ellos, a la libertad. Creo que tanto el arte como el arte de vivir solo es posible si hay libertad.

Imagen de la exposición 'Vida', de Tamara Rozas. Imagen cedida.

Imagen de la exposición 'Vida', de Tamara Rozas. Imagen cedida.

P: Tu intención también es llevar la obra a Alcorcón, tu ciudad. Entiendo que tiene que ser emocionante.

R: Sí porque soy de allí, lo he fijado con la Concejalía de Feminismo de Alcorcón, también Canon que ha patrocinado toda la impresión y, ahora, me está llegando la oportunidad de Sevilla, Cádiz y México, quizás Extremadura y el Museo Cristina García Rodero.

P: El centro de la exposición es la lucha feminista, la resiliencia femenina. ¿Cuál es la lección final que quieres transmitir en estos términos?

R: Las mujeres siempre han estado muy cosificadas por el patriarcado y creo que aquí pongo en valor cómo desde el acoger, el cariño, la vulnerabilidad o la resiliencia, ese abrazo a la vulnerabilidad es lo que nos hace humanos.

El abrazo a la vulnerabilidad nos hace humanos

P: ¿Cuál y cómo ha sido el proceso de creación de todo el proyecto? Ha debido ser complicado volver a hacer aflorar experiencias tan dolorosas

R: Pese a que cambié en el último año la dirección del proyecto he mantenido en todo momento esa oda a la resiliencia, ya no desde la fuerza, sino desde el cariño y el cuidado. Ese era el mensaje principal de libertad que quería dar.

Fue un bajar al barro porque no es fácil sentarte con tu abuela y que te narre estas experiencias. Ella se abrió y me contó cosas que quizás nunca había contado en la familia.

O Vanesa, que se quitó la peluca mientras se miraba al espejo sin pelo, y ella siempre a lleva puesta. El día de las fotografías, me dijo: ‘¿Qué te parece si me miro al espejo?’ Me pareció un regalo y un momento muy íntimo.

Ha sido un bajar al barro y desnudarse, pero también un abrazo muy fuerte de cariño y confianza. Creo que es un proyecto hecho desde lo más profundo, desde las tropas.

P: Ahora que presentas tu propia exposición y al tener un largo recorrido en varios medios de comunicación, ¿qué le dirías a la gente que quiere comenzar de cero y quiera seguir un camino similar?

R: No tirar la toalla en la resiliencia. Siempre va a haber gente mejor que tú, y creo que lo que me ha hecho a mí llegar hasta aquí es no fijarme en el ritmo de los demás, sino acometer el mío propio, creer en lo que haces y continuar.

Nunca esperé esta faceta artística, la acogida que ha tenido la exposición, pero es fruto de creer en lo que haces, de contar algo de verdad y desde la humildad. Cuando las cosas se hacen así, pueden no ver la luz porque esfuerzo no es igual a recompensa, pero hay muchas más papeletas de que lo consigas.

No hay atajos para el éxito, para mí es creer en lo que haces, estar satisfecha en el día a día y poder continuar, dedicarse a lo que tanto le gusta a uno desde pequeño, eso ya es triunfar.