Martí Gironell es un apasionado de las palabras, primero como periodista y después como escritor. El éxito de su primera novela, ‘El puente de los judíos’, le permitió aparcar su trabajo en la radio y la televisión para dedicarse de lleno a la literatura. Han pasado 13 años de aquello y se ha consolidado como novelista ganando en 2018 el Premio Ramon Llull con ‘La fuerza de un destino’ donde narra las peripecias del restaurador y bodeguero Jean Leon en EEUU tras huir de la España franquista.

‘Palabra de judío’ es su última novela, que acaba de publicar con Planeta y cierra la aventura iniciada en 2007 con ‘El puente de los judíos’. Besalú, el pueblo natal de Gironell, vuelve a ser el escenario de la novela que narra los esfuerzos de Kim, un joven judío descendiente de Primo Lombardo, el constructor original el puente, para volver a levantarlo en el siglo XIV y traer prosperidad a la ciudad. Su camino no será nada fácil y tendrá que enfrentarse a numerosas intrigas y el enfrentamiento entre judíos y cristianos. Por si no tuviera complicaciones, Kim se enamora de una joven cristiana, Ester.

Con esta novela, Gironell ha querido reivindicar el poder de la palabra y el entendimiento entre diferentes, algo que, todavía hoy, no hemos conseguido entender. En el siglo XIV se lanzaron bulos y noticias falsas ante la llegada masiva de judíos expulsados de Francia, algo que hoy se sigue haciendo para combatir al diferente u otras ideas. La campaña contra los judíos caló hondo y todos sabemos cómo acabó, pero pese a su expulsión, nos dejaron un importante legado. “Por ejemplo una cosa tan básica y tan necesaria estos días como lavarse las manos, es un ritual que proviene de la cultura judía”, nos explica el autor en una entrevista. 

PREGUNTA.- ¿Habrá una tercera parte de esta aventura medieval ambientada en Besalú?

RESPUESTA.- 'El puente de los judíos' te pedía este final. El maestro de obras Pere Baró, que es un personaje real, acaba el libro que estaba leyendo sobre cómo se construyó el puente de Besalú a principios del siglo XII y que es el mismo que estamos leyendo nosotros. En el final, tiene que poner manos a la obra y cumplir el contrato que ha adquirido con Besalú para reconstruir el puente. ‘Palabra de judío' lo retoma en ese momento y cierra la historia. Es evidente que nunca puedes decir de esta agua no beberé, pero igual que tenía claro que la primera novela necesitaba una continuación natural, aquí no lo veo. Se ha acabado esta aventura medieval.

Portada de Palabra de judío, de Martí Gironell

P.- En el libro relatas el difícil equilibrio entre judíos y cristianos para entenderse. ¿Resulta más difícil ahora el entendimiento entre ideas opuestas?

R.- Lo que nos pasa es fruto de lo que pasó años antes o siglos antes, lo llevamos en los genes. En la novela trato de reflejar que si realmente quieres, puedes llegar a entenderte con el otro y esto, más que entorpecer, enriquece. Pero siempre ha habido, y es lo que se cuenta en ‘Palabra de judío' intereses en los dos bandos para que una verdad, una cultura, una comunidad, una idea o creencia se imponga a la otra. Cuando los judíos cruzan los Pirineos expulsados de Francia y empiezan a establecerse en Cataluña y por toda la península, la Iglesia católica y el poder real empiezan a temer que aquello puede ser un problema para su hegemonía. Se difunden entonces una serie de bulos, lo que serían ahora las fake news, para sembrar la sombra de duda hacia estos recién llegados, su manera de creer, vestir, comer o rezar al mismo Dios. Estos bulos calaron en la sociedad , que no tenía la posibilidad de contrastar las informaciones que se daban, y generaron un caldo de cultivo propicio para desencadenar odios y violencia. Como sabemos, acabó muy mal para la comunidad y la cultura judía, a pesar de lo mucho que nos han dado. Por ejemplo una cosa tan básica y tan necesaria estos días como lavarse las manos, es un ritual que proviene de la cultura judía.

P.- ¿Ves posible el entendimiento entre izquierdas y las derechas en España frente al coronavirus?

R.- Hay un objetivo único a batir que es combatir la pandemia. El antropólogo Eudald Carbonell, que me ayudó mucho en mi novela 'El primer héroe', que era una reflexión sobre cómo las sociedades neolíticas habían ido avanzando, me decía, que ahora que hay una oportunidad en el mundo para que se hagan cosas cooperativamente, codo con codo al margen de ideologías y creencias, vuelven a aparecer intereses cortoplacistas de si tengo elecciones en mi país, preocupación por seguir desempeñando el cargo... Acabamos todos siendo víctimas de esta poca voluntad de entendimiento para aunar esfuerzos en la misma dirección. Ya se encontraba en el siglo XIV como relato en el libro, cuando el rabino habla con el rey para decirle que las cosas estaban llegando a un punto que iban a ser imposible pararlas. El rey, que siempre acude a los judíos cuando los necesita para su interés, ahora que le piden que interceda por ellos, mira hacia otro lado, porque no quiere quedar mal ni con el estamento religioso ni con su corte. Esto trasladado en estos días es lo mismo.

"El arte de la negociación es el arte del toma y daca y siempre con un respeto al contrario"

P.- ¿Y en cuanto al independentismo y la situación en Cataluña?

R.- Tiene la misma lectura. Todo pasa y todo se interpreta a partir de la voluntad de unos y otros para el entendimiento, para querer hablar de lo que nos preocupa, no para tener una posición de supremacía. El arte de la negociación es el arte del toma y daca y siempre con un respeto al contrario.

P.- ¿Cómo has vivido este 2020 tan complicado?

R.- La suerte que tuve es que el original de Palabra de judío lo terminé una semana antes del confinamiento. Si hubiera tenido que escribir durante el mes de marzo, habría sido imposible. Tenemos dos críos en casa, uno de 7 y otro de 3 años, con todo la que estaba cayendo, digamos, que la cuestión creativa se resentía. 

El periodismo de batalla diario lo abandoné, pero he seguido colaborando como articulista en algunos medios y en tertulias cuando me lo han pedido, algo que he seguido haciendo en este tiempo. En cuanto a mis actividades más literarias, las he podido hacer la gran mayoría online.

P.- ¿En qué proyectos literarios estás embarcado? ¿Te planteas otros géneros o seguirás con la novela histórica?

R.- Estoy muy cómodo con la novela histórica. Me permite hablar de cuestiones que me interesan y creo que pueden serlo también para el lector. Hay distancia suficiente para analizar toda la documentación sobre aquel episodio o personaje que consideras interesante. A todos, poco más o poco menos, nos gusta saber qué ha pasado cuando no estábamos. Combinas la historia con la ficción y con las palabras, precisamente, para dar la oportunidad al lector de leer la historia de otra manera, no con la voluntad de hacerle cambiar su opinión, sino para darla y que pueda pasarlo bien. Ahora estoy con otro tema histórico más reciente, que permitirá recuperar toda una época que ha desaparecido y que tiene que ver mucho con el hecho de recordar, que es una actividad que nos llena mucho a los humanos. 

P.- ¿Cómo llevas que te comparen con Ken Follet?

R.- Aspiro a tener los lectores en catalán y castellano que tiene él. Me conformo con eso. Tuve la suerte de entrevistarle como periodista tres veces, y ya me gustaría tener su trascendencia, pero no me quejo de lo que tengo.