En 1865, Nikolai Leskov escribió Lady Macbeth de Mtsensk, que después Dmitri Shostakóvich convertiría en ópera. Ahora, William Oldroyd la ha adaptado en su ópera prima, a partir de un guion de Alice Birch, como parte de un proyecto de cine británico nacido de la voluntad de realizar cine ‘de época’ con un presupuesto que no exceda los cuatrocientos mil euros, y con un equipo casi al cien por cien debutante. En la trama, Boris (Christopher Fairbanks) compra a Katherine (Florence Pugh) como parte de unos terrenos, para que su hijo Alexander (Paul Hilton) tenga una descendencia que postergue el legado familiar. Katherine terminará liándose con un sirviente, Sebastian (Cosmo Jarvis). Una historia originalmente con un tono reivindicativo de la emancipación femenina, que aquí se prolonga con una recreación de la realización de los deseos sexuales de las mujeres. Lady Macbeth es feminismo, es lucha de clase, es ambición sexual y de poder. Una película atmosférica, minimalista, con gran sentido estético.