Un grupo de expertos ha publicado una investigación en la que aseguran haber descubierto la verdadera identidad de Banksy, el artista cuyas obras se han convertido ya en un icono de la lucha por las libertades y los derechos. La técnica utilizada ha sido el "perfilado geográfico" [geographic profiling], cuyo objetivo es la localización de criminales. 

Aunque el estudio no establece de forma inequívoca la identidad de Banksy, sus autores afirman que Robin Gunningham "es un sospechoso excelente". La teoría de que Gunningham es en realidad la identidad secreta del artista no es nueva. Ya fue publicada en 2008 por el diario Daily Mail

Los investigadores señalan como otros beneficios adicionales de sus conclusiones, la posibilidad de que "el análisis de actos de terrorirsmo menor [graffiti] podría ser utilizado para localizar bases terroristas antes de que sucedan incidentes más serios". 

¿Una violación de sus libertades?

Lo de menos, en este caso, parece ser si se trata en realidad de Gunningham. Expertos y admiradores en todo el mundo se han lanzado a cuestionar la legalidad de descubrir la identidad de un artista que, sin lugar a dudas, trata de mantenerla escondida. Más aún cuando las pruebas ni siquiera son concluyentes. "Es difícil hacer afirmaciones concluyentes sobre la identidad de Banksy", afirman los autores del estudio, "más allá del hecho de que el trabajo de Banksy parece concentrarse en las mismas zonas en las que ha vivido Gunningham". La investigación se basa en el análisis de 140 obras, ubicadas en diferentes zonas de Bristol y Londres. 

En sus obras, Banksy denuncia el consumismo, la guerra, las desigualdas e incita a la lucha por la libertad y los derechos. No solo en un plano genérico, sino con objetivos concretos. En su etapa más reciente, por ejemplo, ha llamado la atención sobre problemas como los refugiados o la pérdida de identidad del ser humano por el uso excesivo de la tecnología. 

Banksy pasó de ser uno de los artistas callejeros de mayor reputación a probablemente uno de los mejor cotizados. Sus obras se venden a precios en el entorno de los 150.000€ y entre sus coleccionistas más conocidos se encuentran, por ejemplo, Brad Pitt y Angelina Jolie. Es también una fuente de ingresos turísticos para su supuestamente ciudad natal, Bristol, que lo incluye en su web como una de sus mayores atractivos.

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