Si miramos un tejido veremos su color, su urdimbre, su forma, pero detrás de cada punto, de cada hilo, hay una historia, un origen. Desde cómo se tiñó o cómo se formó el hilo hasta el porqué de ese material y no otro. Todas estas lecturas concretas y pausadas sobre el tejido, más allá de su simple apariencia, son las que hace la artista Ana Teresa Barboza (Lima, 1981) cada vez que se enfrenta a una nueva obra. Su corpus de trabajo está imbricado de su interés por el textil, el telar y el hilo.

Con la exposición que inauguraba hace unos días en Madrid, en un proyecto de La Gran y Espacio Líquido y que se puede visitas en la sede de La Gran en Carabanchel, Barboza investiga sobre un territorio a priori desconocido y nuevo para ella, el de Laguarres, en Huesca, donde ha estado residiendo varias semanas.

A partir de sus paseos por el campo, su detenimiento en cada planta que se iba encontrando, Barboza realiza un Pantone cromático a partir de estos elementos naturales y de sus tintes, con un resultado preciso de colores beiges, marrones y terrosos.

Hay aquí mucho de sumergirse en el entorno, en tratar de entenderlo y dialogar con él, alejándose de una mirada superficial y fría y apostando por escuchar, sentir y mirar: “Los textiles presentados son un registro del tiempo y la información que recojo sobre distintas especies vegetales y minerales, como una manera de entender las relaciones y ritmos que se tejen en ese nuevo entorno. Entre la obtención de los tintes, el trabajo de bordado y las tramas del tejido, mi cuerpo trata de incorporar un nuevo tiempo al ritmo de los ciclos naturales. Los textiles no solo dejan constancia de rituales de movimientos de un cuerpo, sino que además nos muestran imágenes que intentan develar la continuidad y las relaciones entre lo animal, lo vegetal y lo mineral”.

Barboza presenta una serie de instalaciones de gran tamaño que van desde el tejido cosido a la tela, a la instalación exenta, utilizando materiales locales como el cáñamo y la urdimbre de algodón. El título de la exposición “Rituales” alude también al interés que la artista tiene en el uso de estas plantas y vegetales como curativas, en una relación simbiótica entre ser humano-naturaleza.

Un camino de estudio y experimentación –a veces también de introspección– por el río Isábena, que nace en la cordillera de Los Pirineos y discurre por toda la provincia de Huesca, en el que plantas como el quejigo, el álamo negro, la viborera y rocas como el conglomerado le permiten conocer e interiorizar el lugar que transcurre para realizar un registro del territorio y sus propiedades a través de las técnicas del bordado.

“La práctica del tejido y la urgente observación de un entorno me permite crear nuevos vínculos entre la solidez de las piedras y la fragilidad de las plantas. La adaptación fluye cuando mi cuerpo empieza a incorporar caminos, árboles y temperaturas. Mediante el textil la adversidad se vuelve dócil”, señala.

Algunas de las obras que vemos en la exposición parten de cuadros estratigráficos y mapas geológicos de la flora oscense y se formalizan en una casi abstracción.

“Rituales” es una comunión con un ecosistema muy concreto y con una mirada respetuosa, la de la artista. Más allá de hacer simplemente una residencia, Barboza ha querido escuchar al entorno oscense, mirarlo, comprenderlo, y ha tomado una posición de atención y aprendizaje. El resultado es una exposición cercana, con un ritmo distinto, con un color diferente y con unas obras trabajadas desde la verdad de quien siente ese territorio como un ente que vive, y al que se debe escuchar.

'Rituales' es un ejercicio de aprendizaje para quienes visitamos la exposición también. Hay otras formas de abordar el paisaje y trabajar con él desde las artes: es posible ese reconocimiento mutuo sin jerarquías ni imposiciones, en una escala más equitativa.

Exposición 'Rituales', artista: Ana Teresa Barboza. Hasta el 5 de noviembre de 2022. Galería La Gran (Calle Nicolás Morales 38, 1º Nave 8B. Madrid. España). Entrada gratuita.