La ruta migratoria del Atlántico es la opción más mortífera para aquellos que se juegan la vida para conseguir llegar a Europa. Lo demostró el año pasado, con 170 personas muertas en la travesía según la Organización Mundial de las Migraciones (OIM), y lo vuelve demostrar ahora, con al menos medio centenar de migrantes ahogados en las últimas horas. Las fuertes corrientes y la escasa vigilancia de las amplísimas costas terminan de convertir las precarias barcazas en ataúdes.

En la pasada noche del jueves al viernes dos embarcaciones con destino Canarias naufragaron frente a las costas de Nuadibú, en Mauritania y Dajla, en el Sahara Occidental.

La primera, en la que fallecieron al menos 40 migrantes, sufrió una avería y llevaba varios días a la deriva hasta que la gente comenzó a saltar, pero terminaron ahogándose. A penas hubo un superviviente que las autoridades mauritanas encontraron "por casualidad". El superviviente, un joven guineano, ha contado que partieron de marruecos pero no ha sabido confirmar ni el día de salida ni cuantos días llevaban a la deriva. Una fuente mauritana a recogido las palabras del joven: “Nuestro bote se descompuso. Durante mucho tiempo no tuvimos ayuda. Fue un sálvese quien pueda. Creo que están todos muertos. Soy el único superviviente”.

Vincent Cochetel, delegado en el Mediterráneo central por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), ha lamentado esta nueva tragedia desde su cuenta de Twitter, y responsabiliza a los "traficantes, que continúan mintiendo a sus clientes".

En el segundo naufragio, con al menos 10 víctimas mortales, se ha podido localizar otra decena de supervivientes por parte de pescadores y la Marina marroquí.

Desde la asociación Walking Borders, Helena Maleno también señala la indeterminada cantidad de personas desaparecidas que han dejado los naufragios.

Como ya comprobamos en España con el endurecimiento de la ruta del mediterráneo central, los refuerzos en los controles que ahora se llevan a cabo en el estrecho simplemente provoca que los migrantes busquen nuevas rutas, como el agua apresada. En consecuencia, cada vez más personas se lanzan a la vía canaria desde costas más alejadas y con mayores peligros. Esta misma semana se registró otro naufragio en la misma ruta con siete cadáveres localizados.