El cáncer de riñón constituye aproximadamente el 2,6% de todas las neoplasias malignas primarias detectadas en adultos.

En la sociedad occidental la incidencia de esta patología no ha dejado de crecer en los últimas dos décadas, en parte debido también a que el diagnóstico de la enfermedad ha cambiado mucho.

Si bien en el pasado la voz de alerta saltaba cuando se observaba sangre en la orina o dolor en el costado o la espalda, a día de hoy, en muchos casos los pacientes son diagnosticados a partir de estudios que se realizan para otra dolencia, principalmente a partir de una ecografía o de una tomografía axial computerizada (TAC o scanner).

Tumor renal

Muchos afectados “muestran incredulidad, sobre todo, porque no tienen síntomas”, reconoce el Dr. Nasser Amaruch, especialista de la Unidad de Cáncer Renal del Servicio de Urología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz de Madrid. Sin embargo, en cierto modo, es una ‘suerte’ que el diagnóstico se haga de ese modo. El tumor suele estar en fases más precoces y, por tanto, las probabilidades de llevar a cabo un tratamiento eficaz son mayores, y el pronóstico mejor.

“Si el diagnóstico se hace en fases tempranas podemos realizar tratamientos quirúrgicos mínimamente invasivos y altamente resolutivos, y en un porcentaje muy alto de casos logramos controlar la enfermedad”, apunta la Dra. Lidia Coloma uróloga del mismo departamento.

Cómo se trata

Cuando no hay metástasis el tratamiento principal del cáncer de riñón es quirúrgico. En función de las características del tumor y de las condiciones de cada paciente “se realiza una nefrectomía parcial (de solo una parte del órgano) o total (del riñón completo)”, concreta el Dr. Alberto Hernando Arteche.

A día de hoy, no obstante, la cirugía abierta ha sido sustituida en buena parte de los casos por técnicas laparoscópicas que reducen los riesgos y hacen más rápida y fácil la recuperación del paciente.

Nefrectomía parcial

La cirugía convencional se emplea, principalmente, en neoplasias que se diagnostican de forma ardía, que tienen gran tamaño o características complejas, ya que los nuevos abordajes comportan muchas ventajas. “Permiten un adecuado control oncológico y mejor visualización, a lo que hay que añadir que hay menos sangrado y se reduce el dolor postquirúrgico que experimenta el paciente”, resumen estos especialistas.

En lo que respecta al abordaje, este se puede hacer de diferentes maneras, desde la parte anterior del abdomen (transperitoneal), desde la parte posterior y lateral del abdomen (retroperitoneal) o de forma asistida por robot. En esta última, la intervención se lleva a cabo a través del robot Da Vinci, mediante el control y manipulación de los brazos quirúrgicos robóticos, lo que favorece la precisión.

Pero no en todos los casos de cáncer renal se hace necesaria la cirugía. En tumores pequeños se pueden emplear terapias ablativas, “radiofrecuencia o crioablación”, dos técnicas que permiten tratar únicamente el tumor preservando el resto del órgano.

Equipo multidisciplinar

Contar con un equipo multidisciplinar como el que existe en la Fundación Jiménez Díaz permite analizar y valorar cada caso de forma individualizada para diseñar y prescribir el tratamiento más adecuado.

Así, conforman el grupo especialistas de Urología, Oncología Médica, Oncología Radioterápica, y Diagnóstico por Imagen-Radiología.

Nutrición y alimentación

En función de cómo sea el tratamiento recibido-cirugía parcial, radical o tratamientos sistémicos-y del punto en el que se encuentre la enfermedad, el paciente tendrá unos necesidades nutricionales u otras.

Este es un aspecto en el que pocas veces se repara, pero que es fundamental. “La alimentación y nutrición son “claves y determinantes para la calidad de vida de las personas con cáncer”, subrayan desde el servicio de Urología de la FJD.

Por ello, han colaborado en la elaboración de un manual de nutrición que han editado la Fundación MÁS QUE IDEAS, la Fundación Renal ALCER España e Ipsen bajo el título Cáncer de riñón & Alimentación. Manual para pacientes y familiares. En él se ofrece información para conocer mejor la enfermedad y unas pautas a seguir en función de las distintas situaciones a las que se enfrenta cada paciente.