Begoña Villacís se ha sincerado como nunca en el comienzo de este 2025 haciendo repaso del año pasado, un 2024 que ha resumido como “convulso” en el ámbito personal, esencialmente por la muerte de su hermano Borja Villacís, asesinado el pasado 4 de julio.
“Como todo el mundo sabe, tras la muerte de mi hermano, el 2024 ha sido bastante convulso para mí. Pero la sedación no ha entrado jamás en mis planes. La vida a veces hay que sufrirla, también es dolor y el dolor enseña mucho”, defiende la que fuera vicealcaldesa en una entrevista con El Mundo.
En los mismos términos, la exdirigente de Ciudadanos ha revelado que en este año pasado “batió su récord” en llorar: “La última vez ha sido la noche del 31 de diciembre, porque era la primera vez que se quedaba una silla vacía en casa, pero he descubierto el poder terapéutico de llorar”, continúa argumentando.
El “palo” que supuso la trágica pérdida de su hermano ha sido el golpe más duro del año pasado: “Tremendo. Pero tengo la suerte de tener una cabeza bastante optimista y una buena química cerebral, heredada de mi madre”, añade.
Preguntada así por cuál fue el recuerdo que mejor guarda de su hermano, Villacís ha desvelado que era una persona muy cuidadora, algo que ha adoptado y aprendido con el paso del tiempo: “Cuando recuperó el sendero, me lo devolvió con mucho cariño. Hay gente a la que le cuesta transmitir sus sentimientos, y él era todo lo contrario. (…) Me cuesta mucho dejarme mimar y de hecho he encontrado cierto bálsamo en cuidar yo de los demás”, sin embargo, la expolítica sí que ha reconocido que, cuando aconteció la tragedia, hubo gente que “no estuvo ahí”, a su lado.
Asimismo, ha desvelado en la entrevista que llegó a recibir mensajes de apoyo de parte de distintos dirigentes y miembros de partidos políticos, desde el Partido Popular hasta Podemos.
Villacís habla del “ruido mediático” ante el asesinato de su hermano
A renglón seguido, Villacís también ha aludido a la doble vara de medir del tratamiento del asesinato de su hermano con motivo de su figura pública, tanto la parte personal e íntima como el “ruido mediático” que se produjo debido a su antiguo cargo político: “Aunque conozco el trabajo periodístico, lo entiendo y me parece vital para nuestra democracia; sobre todo el periodismo honesto, el deshonesto me provoca bastante desprecio”, valora.
En este sentido, y asegurando que en un primer momento no quiso mirar la prensa para comprobar la cobertura de este terrible acontecimiento, Villacís sí que lo hizo a posteriori, lamentando que “el 60% de lo que se publicó era mentira”: “Llegué a hablar con un periodista y le dije: 'Esto no fue así'. Y él sabía que yo tenía razón. Entonces, cuando tú deliberadamente pones por delante los clicks que pueda tener tu noticia al dolor de una familia, has vendido tu alma al diablo y te has convertido en basura. Pero también entiendo cómo funciona un periódico, las prisas, o ciertas situaciones de precariedad de la profesión... Y acepto que puede haber errores. Sé distinguir la buena fe de la mala fe”, ha subrayado en un ejercicio reflexivo.
Villacís, sobre su salida de la política
La exdirigente de Ciudadanos fue principalmente conocida por su cargo en el Ayuntamiento de Cibeles, siendo la segunda al mando durante años, solamente detrás del mando del popular José Luis Martínez-Almeida. Fue en junio de 2023 cuando Villacís dio a conocer su decisión de dejar su carrera política y su cargo en el Consistorio madrileño.
Ahora, echando la vista atrás, la expolítica recuerda cómo el también exlíder de su partido, Albert Rivera, le llegaba a preguntar por qué “no terminaba de desintoxicarse” de este mundo: “Estaba enganchada, ahora me está empezando a resultar muy tediosa, muy aburrida, demasiado predecible. Demasiado elemental, analfabeta, casi estúpida. Me produce mucho rechazo saber qué van a decir los de un lado y los del otro”, desvela, al tiempo que asegura que ha dejado de interesarse por el plano político.
Asimismo, y haciendo balance de cómo percibe la ciudadanía a los políticos de hoy, a ojos de Villacís, estos se han convertido en un “saco de boxeo en el que la sociedad expía sus culpas y al que se culpa de todo”.