Solo el fútbol y su mística pueden hacer que un Mundial edificado sobre la muerte de miles de trabajadores y celebrado en un país sin tradición futbolística (ni por los derechos humanos), vaya a pasar a la historia como la Copa del Mundo en la que Messi se coronó finalmente como el Dios del Olimpo. En el día D y la hora H, Argentina tuvo que ganar hasta en tres ocasiones un partido en el que fueron claramente superiores, pero que Mbappé se negó a perder hasta que los penaltis dictaron sentencia.

Argentina salió mucho mejor al partido. Los hombres de Scaloni salieron al verde con la Copa del Mundo –la tercera para la albiceleste- entre ceja y ceja. Ante una Francia inoperante que no conseguía encontrar a Mbappé, Messi y sus 10 sicarios empezaron a jugar. A los 23 minutos de juego, después de varios avisos, Dembélé tocaba a Di María dentro del área y penalti. El fideo, como siempre, no falló a su cita con la historia y dejó un partido para el recuerdo, dejando claro que Argentina juega al son de Messi, pero esta selección jamás fue Messi y 10 más. Una pena máxima que el astro argentino se encargaría de materializar, engañando a Lloris.

Apenas 10 minutos después Argentina doblaba su diferencia tras una jugada de tiralíneas que arrancaba en Messi y acababa en Di María, con la participación estelar de De Paul y Mac Allister –ambos firmaron una final colosal-.

Sin embargo, Argentina no podía ganar este Mundial tan fácil. En el ecuador de la segunda parte, con la albiceleste como dueña y señora del partido, y al igual que ocurrió contra Países Bajos, los hombres de Scaloni sufrían un nuevo colapso mental. Un colapso con nombre propio: Kylian Mbappé. El delantero del PSG ponía las tablas en el marcador en cuestión de dos minutos, primero desde los 11 metros y después con una tremenda volea para enmudecer el estadio.

No obstante, y nuevamente igual que sucedió contra Países Bajos, Argentina tiraba de resiliencia y conseguía aguantar el duro mazazo. Tras los 90 minutos, ya en la prórroga Messi volvía a adelantar a la albiceleste en el 108 al aprovechar un rechace para mandar la pelota dentro. Y 10 minutos después Mbappé volvía a aparecer para firmar, otra vez desde los 11 metros, su hattrick. Con el 3-3 en el marcador, el Dibu Martínez se iba perfilando ya para héroe después de firmar la parada del Mundial en el 123 ante un potentísimo disparo de Kolo Muani. Aun así, antes de que el polaco Marciniak pitara el final de la prórroga, Lautaro tenía en su cabeza el gol ganador, pero erraba.

Desde los 11 metros Francia empezaba golpeando primero a través nuevamente de Mbappé. Messi contestaba con una frialdad increíble. Y entonces llegaba el momento del Dibu Martínez, al igual que en 1986 le tocó a Burruchaga. El portero del Aston Villa conseguía atajar el tiro de Coman, y posteriormente ponía su granito de arena para que el disparo de Tchouaméni no cogiera ni puerta. Metió Dybala el suyo, metió Paredes el suyo y finalmente, Montiel metía el cuarto y definitivo, coronando a Argentina como campeona del Mundo y poniendo el broche de oro a un encuentro que ya es historia de este deporte.