La adolescencia esuna de las etapas del desarrollo que mayores miedos e inquietudes despierta en los padres, un periodo de transición, repleto de cambios, en el que muchos jóvenes se sienten perdidos.

Para proporcionar información sobre los problemas de conducta de los adolescentes el Complejo Hospitalario Ruber Juan Bravo-Grupo Quirónsalud de Madrid va a poner en marcha a partir del próximo mes de enero, una Escuela de Familias.

Se trata de una serie de talleres, totalmente gratuitos, dirigidos, tanto a padres que quieran saber más o tengan dudas sobre la conducta y educación de sus hijos adolescentes, como a padres de pacientes con algún trastorno de personalidad.  El objetivo de la iniciativa se basa en “comprender y conocer los problemas de conducta de jóvenes y adolescentes, así como en aprender pautas de comunicación, mejorar la expresión emocional aprendiendo a validar y aceptar lo que nuestros hijos nos exponen y mejorar la actuación en situaciones de conflicto que puedan surgir en el seno familiar”, explica el doctor José Luis Carrasco, director científico de la Unidad de Personalidad y Comportamiento del citado centro.

A través de esta actividad, que tendrá lugar el último jueves de cada mes a las 19.30 horas, se dará a los padres información sobre “cómo son las conductas más conflictivas o difíciles de entender y cómo son cuando hay un trastorno”, destaca este especialista. Del mismo modo, los asistentes “podrán aprender a detectar dificultades, que tal vez no hayan apreciado hasta el momento, y a manejarlas”, matiza. En el caso de familias en las que haya un trastorno de personalidad, podrán también “obtener claves para el manejo de los síntomas y de las crisis”.

Los interesados que quieran inscribirse solo han de enviar un e-mail a unidaddepersonalidad.ruber@gmail.com, indicando nombre y apellidos teléfono y correo electrónico.

Detectando problemas

Uno de las principales dificultades que existe en lo que respecta al abordaje de los problemas de conducta de los adolescentes es que se ignora cuándo hay que consultar. “Solo se recurre a un especialista cuando hay fracaso escolar, y no siempre, y cuando hay conductas agresivas o de drogas”, puntualiza este psiquiatra. Pero hay “muchos casos que se pasan por alto”, añade.  “Hay jóvenes gruñones que pueden llevar dos años con muy poca comunicación, sin apenas salir de la habitación, sin que haya habido alerta por parte de la familia”, advierte. “Es bastante común encontrar a chicos que llevan tiempo así, pasándolo mal, encerrados con su ordenador, perdiendo amigos y capacidad en el colegio sin que nadie se dé cuenta”, relata el director de la Unidad de Personalidad y Comportamiento del Hospital Ruber Juan Bravo.  

A este respecto, apunta, “hay una gran desinformación”. Hay conductas que se asocian directamente con la edad, pero no todo puede considerarse normal. Es una etapa “para estar un poco más malhumorado, más rebelde, pero no para estar desconectado, desmotivado y sin comunicarse”, recalca el doctor Carrasco. “Hay una serie de cosas que socialmente están muy laxas y que valen para que una conducta que va a acabar convirtiéndose en patología, esté dos años durmiente sin que nadie se dé cuenta”, indica.

La etapa silente

Para este especialista hay un periodo fundamental, “una época silente entre los 14 y los 16 años, en la que puede no notarse nada si uno no se alerta ante ciertas cosas” y en la que puede gestarse un trastorno de la personalidad. “Es silente, porque culturalmente hay muchos aspectos que no se ven mal”.  

Por este motivo, es fundamental estar pendientes de señales como las citadas y de otras como el desdén por las figuras de la familia o la irritabilidad que llega al desafío. “Cuando aparece el desafío a las normas y los límites, la desobediencia descarada, hay que preocuparse”, advierte este especialista. Si todo esto, además, se combina con fracaso escolar y consumo de cannabis, entonces “hay que consultar seguro”.

El porqué se llega a ese punto tiene que ver con “una confusión emocional identitaria global”, aclara el doctor Carrasco. “Los chicos emocionalmente por dentro no están bien, se han perdido, la identidad está difusa y hay mucho miedo al fracaso y a ser rechazado”.

Conviene tener claro que siempre es mejor una consulta a tiempo que dejarlo pasar. Si el problema se aborda al principio “se reconduce”, afirma. “Si se puede acceder en ese momento a ese chico o chica, las cosas se van estructurando. Pero si no se trata, ese tipo de conductas de enfado, rebeldes y agresivas se van cristalizando y se desarrolla un bloqueo”. El tratamiento aún es posible, pero ya se está ante un trastorno y “es más difícil”, reconoce este médico. En esos casos ya “se para la vida normal, la académica y la convivencia se hace imposible”

Conviene tener en cuenta que los miedos al fracaso y el rechazo de los demás son característicos de la adolescencia, pero en los jóvenes que, por cuestiones biológicas, de dinámicas familiares, del ambiente en el que están, etcétera, pueden desarrollar un trastorno, son excesivos.  

El poder de la comunicación

Información y comunicación son dos herramientas claves para manejar esta etapa del desarrollo de los hijos. “Culturalmente tampoco hay mucha comunicación”, lamenta el doctor Carrasco. A esto hay que sumar que “hay veces en las que los padres tampoco están dispuestos oír determinadas cosas”.

Sin embargo, lo que no se dice, se siente. Es importante “permitir que se hable de todo”, sostiene este psiquiatra. “Si podemos conseguir que los hijos sean capaces de expresar, de poner encima de la mesa, cualquier cosa, todo iría bastante mejor”, subraya, aunque añade: “no es fácil”.