La queja que ha llegado hasta el municipio gallego de Vilalba en Lugo, ha reabierto el debate sobre el burkini. Todo comenzó cuando un grupo de ocho personas musulmanas residentes en la provincia acudió al parque acuático y comunicó al personal de la entrada que dos de sus integrantes se bañarían con mallas y camiseta.

Según recogen distintos medios gallegos, una de las afectadas, una joven natural de Marruecos, pero residente en España desde hace años, ha destacado que la actitud del personal de la entrada “fue de rechazo desde el principio, ya que ni siquiera se molestó en ver cómo cómo era realmente la indumentaria que iban a utilizar”.

La asociación lucense Bonhomia, la entidad que ha tramitado la queja ante el consistorio, ha subrayado que los dos trajes eran similares a los de neopreno. Uno de ellos se compró en Marruecos, y otro, en España. La entidad no espera que su denuncia tenga importantes repercusiones, pero han dejado claro que lo pretenden con ella es que  "se den cuenta de su error". 

Para el alcalde del PP de Vilalba, Agustín Baamonde, sin embargo, lo ocurrido es más bien “una exageración”, una “tormenta en un vaso de agua”. A su juicio, lo que sucedió en el parque, que es de titularidad municipal pero que gestiona una empresa privada, no responde a una discriminación por motivos étnicos o religiosos. "Si dos jóvenes de Vilalba se hubieran querido bañar así tampoco se les habría dejado", ha manifestado.

El primer edil insiste en que "hay un tobogán por el que se desciende a la zona de baño que hacía aconsejable la prohibición de algunas vestimentas".