La pandemia del coronavirus​ está marcando nuestras vidas. Todos sentimos el carácter histórico de una situación que nunca creímos que íbamos a vivir y que nos ha dejado escenas de película apocalíptica. Sin embargo, el momento no es en absoluto único y la humanidad se enfrenta a pandemias similares de forma cíclica. La última ocasión fue hace poco más de un siglo, cuando la I Guerra Mundial -con los movimientos de tropas y las malas condiciones de vida- propagó la mal llamada gripe española.

Pabellós sanitario para la gripe española de 1918

La enfermedad, a la que dio nombre nuestro país exclusivamente por ser el único que, en posición neutral durante la contienda, informaba con claridad sobre ella, dejó en España ocho millones de contagiados y 300.000 fallecidos (entre 50 y 100 millones de contagiados a nivel mundial). Sin embargo, igual que ahora, en la España de 1918 no era extraño que pesasen más las ganas de fiesta que el miedo a enfermar. Pese a las prohibiciones, las verbenas populares llevaron a que la segunda ola en septiembre fuese mucho más mortífera que la primera.

La enfermedad como reclamo publicitario 

Lo que ahora ha sido 'la enfermedad china' o la 'gripezinha' se mostraba en los periódicos de entonces como 'el soldado de Nápoles', 'la fiebre de tres días' o 'la enfermedad de moda'. Pero las comparaciones llegan mucho más allá. Justo antes de que entrase en vigor el cierre del ocio nocturno, diversas discotecas utilizaban el virus como reclamo publicitario con eslóganes como "lucha contra la enfermedad bailando". Hace un siglo también se podían leer anuncios de lo más diverso que utilizaban la pandemia en frases como "Lo mejor para combatir la gripe: coñac Henri Garnier" o "contra la gripe y el cólera... colchones grandes hechos de lana limpia".

Aunque ahora tiene más delito, ya que contamos con mayor información científica, las fake news también estuvieron muy presentes en la pandemia de nuestros abuelos, con consejos para combatirla y que resultan, cuanto menos, sorprendentes: fumar para matar la gripe con el humo, tomar dosis extremas de  aspirina, elixires de origen misterioso o aguas medicinales de todo tipo.

Recorte de prensa 1918

Las fiestas populares: principal foco de contagios para la mortífera segunda ola

Intentar sacar partido de cualquier situación, por grave que sea, es atemporal, aunque los poderes públicos, algunos, intenten esforzarse para salvaguardar la salud de la población. El gobernador de la provincia de Burgos, Andrés Alonso López, necesitó emitir un Boletín Oficial Extraordinario después de que un grupo de jóvenes propagase la enfermedad al acudir a las fiestas de la localidad de Los Balbases que, con una población de 1.200 habitantes, terminó generando 800 contagiados:  "Habiéndose cometido por algunos pueblos la imprudencia, a pesar de lo dispuesto por este Gobierno civil, de celebrar las fiestas de la localidad, dando origen con ello a que se haya difundido rapidísimamente la epidemia de gripe entre el vecindario, creando con ello situaciones angustiosas para dichos pueblos, vuelvo a reiterar a los que todavía no estén convencidos del grave peligro que esto encierra, que se abstengan terminantemente de celebrar dichas fiestas o reuniones". Después Alonso López  añadía tajante: "Estoy resuelto a castigar duramente, como ya se ha hecho en algún caso, a los incumplidores de esta disposición".

Medidas en los pueblos de Burgos para la gripe de 1918

Consejos de ayer y de hoy

Muchos de los consejos sanitarios que daban entonces las autoridades vuelven ahora a sonarnos familiares, como la advertencia de la propagación de la enfermedad a través de "las gotitas de saliva que despide el que habla, tose, etcétera. Que se abstengan, en consecuencia, de permanecer en locales cerrados, mal ventilados, donde se reúne mucha gente (como tabernas, cafés, etcétera). Que se extreme la limpieza de las casas. Que se tengan abiertas todo el día las ventanas de los dormitorios y se ventilen con frecuencia los locales donde permanezcan durante el día". 

Aunque en otros consejos se aprecia clarísimamente que ha pasado un siglo en el que se ha conocido el funcionamiento de los virus (años 30) o se han generalizado los medicamentos antivirales y antibacterianos (la penicilina en 1928). Así, López también aconsejaba "estar en el campo el mayor tiempo posible porque el aire libre, el agua y la luz son los mejores desinfectantes en esta ocasión. Tener mucha limpieza de boca y en una palabra, seguir los consejos del médico y desoír a los ignorantes que os invitan a beber alcohol o consumir tabaco como remedios preventivos por ser sus efectos en esta ocasión más nocivos que nunca”.

Recorte de prensa 1918

Las grandes fiestas de España golpeadas por la pandemia

Otro ejemplo de la historia que se repite un siglo después es el de las fiestas populares. 2020 ha dejado a muchos sin las fiestas para las que esperan todo el año o con las que consiguen el grueso de los ingresos de sus negocios. Así lo hemos visto con la Fallas de Valencia, la Semana Santa andaluza o la Feria de Abril de Sevilla. En 1918, la segunda ola llevó a que las tradicionales fiestas zaragozanas del Pilar, celebradas habitualmente en octubre, terminasen siendo pospuestas hasta mayo del ’19. El Aragonés diario Heraldo abría su portada del 15 de octubre de 1918 con la noticia de la suspensión, aunque asegurando que el próximo año se harían todos los esfuerzos para recuperar el tiempo y dinero perdidos: “Procurando con el mejor deseo que las fiestas de mayo tengan el atractivo necesario para que el comercio y la industria puedan resarcirse de las pérdidas irrogadas por la suspensión de las Fiestas del Pilar a causa de la epidemia reinante”. Pero la importancia vital que damos a las fiestas populares llevó a que, a pesar de que se cancelasen los actos taurinos que centraban las fiestas patronales, si se llevasen a cabo algunos actos como las representaciones en teatros.

Programa de las fiestas populares de Cuenca en 1918

Afortunadamente, la tercera ola de aquella epidemia, que tuvo lugar entre diciembre y enero, tuvo una menor incidencia, probablemente por una inmunidad ya bastante extendida. En verano de 1919 la vida normal, verbenas incluidas, comenzó a retomarse. Aquella pandemia, hasta ahora olvidada, había dejado el país con los cementerios a rebosar. Muchos pueblos, especialmente de la provincia de Almería habían enterrado a la mitad de su población. A pesar de todo, y con muchos más conocimientos científicos, parece que ahora tenemos que re-aprender muchas de las lecciones de nuestros abuelos.