España acordándose del dolor, de los muertos, de los mutilados por la agresión cobarde de un terrorismo sin sentido. ETA vencida por las fuerzas de seguridad, por los jueces, por la decisión de la democracia y el coraje de los ministros del interior. España preocupada por el olvido. “Seremos una democracia sin terror, pero no sin memoria” dijo el presidente. Y en esa memoria, como en un vientre caliente de esperanza, las víctimas. Los muertos de todos, como un derecho de cariño con el que sufrimos sus muertes, el de sus viudas con una bandera de herencia y unos hijos sin padres. Los hemos querido. Los seguimos queriendo. Siempre andarán por los jardines del recuerdo.

Simple ceguera ante el amor por las víctimas. Lo dijo Rajoy en la casa de la palabra: “Usted ha traicionado a los muertos” Y Miguel Angel Rodríguez, ese pordiosero de publicidad: “Algún día nos tendrá que explicar Zapatero qué grupo terrorista lo llevó a la Moncloa” Y Alcaraz traficando con la muerte para agrandar su peluquería. Aznar, Acebes, Estarloa, Botella, Paseo Castellana abajo, reclamando dignidad para los que indignamente se manifestaban. Para manchar de vómito un Recoletos de geranios. Mayor Oreja, el de los acercamientos de presos a los pocos meses de que Miguel Angel Blanco fuera vilmente asesinado. D. Jaime sabedor de la tranquilidad que aportaba Franco a la vida. El de no habrá vencedores ni vencidos, el que no pidió la entrega de las armas, el que no exigió ningún perdón. Descubridor desde hace tiempo de la empresa conjunta de Zapatero con el terrorismo, profeta de su unidad indisoluble para entregar España a las pistolas oscuras. Jaime, corrompiendo la palabra, la decencia, la honradez. A hombros de Mariano, de María San Gil, de Isabel san Sebastián, de Esperanza Aguirre, de Aznar, de FAES. Jaime paseando su pena porque se le acaba ETA y él no sabe hablar de economía, de infraestructuras, de educación, de España, de Europa, del mundo. ¿Qué va a hacer sin esa amante inseparable que daba sentido a su vida, sin su necrofagia dietética?

Se ha arrojado la sangre de las víctimas a la cara de un Presidente valiente, de un Gobierno empeñado en destruir al terrorismo, a unos votantes que según Pons somos idiotas, a un pueblo que ha llorado por las calles las muertes inocentes, que ha salido a enseñar sus manos blancas cada vez que una pistola nos rompía el corazón. Las víctimas exigen justicia, dignidad, memoria. Y con razón. Pero somos muchos los que nos hemos tragado las lágrimas, o hemos llorado (aunque le duela a Carlos Herrera, a Pio Moa). Todos hemos estado amenazados, porque la muerte andaba suelta por las calles, buscando esquinas, espiando en las plazas, apuntando en las aceras.

“Esto es la devolución de un favor de ETA al presidente del Gobierno después de una retahíla de favores. Lo ha dicho Inma García de Cortázar, presidenta del Foro de Ermua, en Telemadrid.

Señora García de Cortázar: Pídame usted cariño, solidaridad, compañía. Pero por favor, tome usted conciencia de que yo, y tantos como yo, también merecemos respeto.

Rafael Fernando Navarro es filósofo
http://marpalabra.blogspot.com