En ese esfuerzo colectivo es la gente de a pie quien pone el sudor y las lágrimas. El presente se tambalea y el futuro hace una mueca de amargura. La reducción del déficit, provista de la correspondiente austeridad, es la religión económica que se impone a los ciudadanos desde las altas esferas económicas y a través de la gestión de los gobiernos.

El programa de reformas no incluye la reforma de los responsables de la crisis. Los defraudadores y los más poderosos de toda esta película de humor negro amparada por el peso de la legalidad vigente. Vale que un nuevo modelo productivo, una economía más competitiva y un Estado más eficaz sean imprescindibles. Pero también hace falta que el empleo, la prosperidad y las políticas sociales tengan la compañía de la equidad y la justicia. Y no simplemente como declaración de buenos propósitos.

El púgil Rajoy pelea sin levantarse de la silla, se frota las manos, enarbola la pancarta del nuevo partido de los trabajadores y proclama los inalienables derechos y la dignidad de los indignados. Este personaje no pretende sacar del calvario a la población, sino amplificar el grosor de la cruz. El sendero de la crucifixión tiene como inquilinos a los de siempre.

Nuestro país necesita tomar decisiones. No obstante, hay determinaciones que nunca se toman. Rajoy continúa reclamando un anticipo electoral. No utiliza el instrumento de la moción de censura porque se vería obligado a poner en la mesa su verdadero programa, a explicarlo y a contar con apoyos que no tiene. Los salvadores de la derecha extrema, naturalmente, devolverán el poder al pueblo.

Primero fue el librito “¡Indignaos!”. No basta con indignarse y Stéphane Hessel nos dice ahora “¡Comprometeos!” Que no caigamos en el derrotismo o en la resignación y que existe algo que inventar. La movilización no debe perseguir el mejor de los mundos, sino un mundo viable. Resistir ante los escándalos que nos envuelven.

Las desigualdades sociales, la ausencia de control del sistema económico, las injusticias, los abusos y la violencia están en el punto de mira del nonagenario escritor. ¿Estamos a tiempo de cambiar el destino? Hessel propone la creación de un Consejo de Seguridad Económica y Mundial, formado por los 20 o 30 Estados más responsables, con el fin de instaurar una estrategia que afronte los grandes retos en la economía, el comercio, el trabajo y la salud. Por lo menos sigue el compromiso con la lucha de nuestra época.

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos