En la reciente visita de Merkel a Rajoy no hay constancia de que éste haya informado a la canciller de que la desazón y el interés de este país gira en torno a las tribulaciones de Ronaldo y a los desahogos íntimos de una edil de un pueblo de Toledo, pero personas allegadas a círculos de la alta política aseguran que sí y que la líder alemana se ha mostrado muy satisfecha de que así sea.  Se cumplen de esta forma -habrá pensado la dirigente alemana- dos de los principios que enunció su paisano Goebbels, el genio de la propaganda nazi; uno, el de la Vulgarización: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida” y, otro, el de la Silenciación: “Hay que acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario con la ayuda de medios de comunicación afines”.

Tan satisfecha estaba de las medidas adoptadas por el Gobierno de Rajoy con los parados y con los defraudadores fiscales, habiendo sido encubiertas ante la opinión pública con la tinta hábilmente extendida de los “calamares” Ronaldo y Olvido -nombre este último de la ardorosa edil toledana-, que no ha podido por menos que  felicitar efusivamente -bueno, todo lo efusiva de lo que es capaz la fría canciller teutona- a nuestro presidente de Gobierno, Mariano Rajoy. Ha afirmado Ángela Merkel que está “impresionada” por el “ritmo y la consistencia” de las reformas acometidas; aunque no ha especificado si ha sido más de su agrado la amnistía a los chorizos o el resurgimiento del espíritu esclavista para con los parados.

Todo esto nos lleva a considerar que estamos en una situación extremadamente grave que, en resumen, podría ser descrita como sigue: una crisis económico-financiera mundial  que está siendo gestionada por unos gobernantes que se congratulan, y felicitan entre ellos, de que los trabajadores sean privados de sus derechos más elementales, en tanto que los defraudadores son premiados con amnistías fiscales, y que esta desventura - ¡aquí radica su mayor gravedad!- se produce en un panorama de indiferencia generalizada en el que las preocupaciones de los afectados se centran en las banalidades que acontecen a un supermillonario jugador de fútbol y a una concejal de un municipio perdido por los montes de Toledo -con todos mis respetos, que los merece, el encantador pueblo de Los Yébenes-.

No sé a ciencia cierta cuáles habrán sido las causas -y sociólogos tendrían que analizarlo- pero algo se ha hecho muy mal y durante bastante tiempo para que nos encontremos hoy en la situación en la que estamos. Una pista en forma de pregunta ¿Por qué cuando se enciende el televisor se ve en la cadena Telecinco a un tal Jorge Javier presentando eternamente un programa basado en remover los instintos más primarios del personal y, sin embargo, un espacio de Andreu Buenafuente tiene que ser retirado al mes de su estreno por falta de audiencia?  Que empiecen a tirar del hilo por ahí, que estoy convencido que se podría llegar muy lejos en la investigación.

Gerardo Rivas Rico es licenciado en Ciencias Económicas