El siniestro programa atenaza con sus redes y nos controla la polución constante. Los virus aprovechan nuestra vulnerabilidad, se infiltran y contagian a los pobladores. Así, la situación se pone inestable e insostenible. Ahora bien, los riesgos se reducen con los indignados antivirus. Los detectan, contienen o pueden neutralizar la contaminación… Frenan las infecciones y disminuyen la inseguridad y sus perniciosos efectos.

Los virus varían según su labor o la manera en que se ejecutan en la sociedad alterando el normal mecanismo de ésta. Nos birlan lo que les da la gana y algunos se duplican y penetran por las rendijas hasta el último rincón. Se activan y explotan. Los hay mutantes que cambian y no es fácil detectarlos y eliminarlos.

Los virus sin ética de la crisis, de la recesión o de la austeridad corroen sobre todo a los más débiles y con menos capacidad de autodefensa. Dificultan un saludable y sostenible crecimiento e imponen unas bases de papel que estimulan el pesimismo de la mayoría y el optimismo de una poderosa minoría.

A pesar de las circunstancias, da gusto vivir en esta feria de atracciones que te sube la adrenalina al máximo. Te internas en el laberinto con pistolas de agua para defenderte de jocosos y aterradores financieros. Debes superar las pruebas hábilmente y enfrentarte al terrible poder de los organismos y las instituciones que nos acosan sin descanso.

Te disfrazas de aventurero y exploras los peligrosos pasadizos de los recortes. Caes por las rampas de los ajustes y vas a la deriva por los subterráneos de las reformas. Subes a una barca colectiva y debes soportar el oleaje de los abusos… Las olas de la recesión salpican y se pone uno perdido aunque lleves impermeable.

Montas en un columpio con vistas al grisáceo u oscuro horizonte. Flotas, das numerosas vueltas alrededor de la crisis y acabas completamente mareado. ¡Sensacional! Colocas la retaguardia en un artilugio que sube a gran altura, gira y se balancea a enorme velocidad para estrellarte muy bien contra el suelo. Gracias a los recortes sanitarios, el botiquín de urgencias carece de tiritas y de un trozo de algodón.

No importa. Lo pasas estupendo aceptando el desafío. Como cuando pisas la montaña genovesa circulando boca abajo a toda marcha y con vertiginosos descensos… Un nudo en la garganta te invade. Y experimentas un ahogo extraordinario. Hay que tener pericia al volante para solventar la carrera de obstáculos que disfruta la clientela.

La difícil travesía por el camino del saqueo es otra de las más interesantes atracciones manejadas por los paladines de la clase trabajadora. Vives la intensa sensación de caer desde lo alto y romperte la crisma. Descubres la magia, la luz y el color de un diabólico carrusel… Uno se rinde ante quienes manejan los controles. La corriente económica zarandea y hace del personal, con permiso o sin él, lo que quiere en esta insultante y seductora feria de la insolencia.

En fin. Vamos a preparar un plato rico, rico que nos aporta energía. Veamos la receta. Piquen y pelen una cebolla, para que se les salten las lágrimas, y tres dientes de ajo, ya que quien se pica, ajos come. Rehoguen los ingredientes en una cazuela con un chorrito de aceite aconfesional y nada virgen.

No recorte en Sanidad y Educación, ni tampoco regale la pasta a Bankia con un pellizco de sal. Coja los muslos y las pechugas de cuatro o cinco banqueros y dore la chicha a fuego rápido. Corte varios expoliadores de la riqueza común en daditos y combínelos con un par de zanahorias y guisantes.

Añada un puñado de arroz, algunos trileros de la política y algún que otro gángster de la economía internacional. Límpiense cada uno de estos ejemplares con precaución. Es más conveniente rasparlos que pelarlos porque las vitaminas se acumulan cerca de la piel y en los bolsillos.

Ponga una reforma laboral que no fabrique desempleo y sí empleo decente, y no incluya varios inmigrantes sin tarjeta sanitaria en el desaguisado. Mezcle la mercancía en una olla a presión con agua, derechos y democracia real. Echen pimienta al caldo, cuézase todo y movilícense ustedes antes de servir en la mesa a los irritados comensales o a los jóvenes con el petate listo para buscarse la vida en el extranjero.

Que aproveche esta verbena político-gastronómica con “las ideas claras”, las necedades y ese cristianismo del PP que consiste en echar personas a los leones del capital feroz. ¿Hasta cuándo se va a soportar la tomadura de pelo, esta mojiganga de la torpeza y la golfería reinantes?

El éxito del rescate a los pobres banqueros es evidente. Un regalo conseguido por el farsante Rajoy y la guinda de su colega De Guindos en un caduco pastel con más costo social. No, no pasa nada. Mariano inicia su cuenta atrás y se fuma uno de sus puros con la camiseta de La Roja. En ti confiamos, Vicente del Bosque. Mas líbranos de todos los males…

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos