Ninguno tirará la toalla, aunque se vea acorralado contra las cuerdas, y los dos aspiran a no besar la lona. El árbitro del combate deberá estar atento para que los oponentes no hagan marrullerías ni den golpes bajos. No habrá otro duelo entre los dos líderes y cada cual pretende salir airoso esgrimiendo sus puños, el valor de sus palabras en el marco de una espinosa situación social.

La intención es lanzar directos al mentón o incluso noquear, si fuese posible, al púgil de enfrente. Rajoy parte como favorito, según las encuestas, y Rubalcaba quiere dar la vuelta a la intención de voto y convencer, hasta última hora, a los numerosos e indecisos votantes socialistas.

El jefe de los populares no pregona con un megáfono las medidas impopulares de su programa y no ofrece promesas sino tareas, a su juicio, “con intensidad absoluta” para obsequiarnos un Ejecutivo firme si gana las elecciones generales. Hubiese preferido no combatir cara a cara con el candidato del PSOE, pero por cuestiones de imagen aceptó la contienda.

Mariano quiere salvar a España como Dios manda. No busca titulares, afirma. Sólo soluciones con sus propuestas. “La única opción para salir de la crisis”, asegura este hombre. Así que con el documento programático se colocan “los rieles para mantener el rumbo acertado”. Estupendo. Apriétense un poco o mucho más los cinturones si hemos de subirnos al avión de las aerolíneas genovesas.

La reunión del Comité Ejecutivo Nacional de este grupo no pudo tener mejor lugar que Santiago de Compostela. El santo patrón, protector del PP, les habrá echado un cable divino para triunfar en las urnas con el aliento de muchos trabajadores o parados que caen en la red de la derecha extrema a cambio de un mendrugo.

Conmueve la defensa del derecho a la vida que proclama Rajoy en una época donde los derechos se resquebrajan cada día en beneficio de los pícaros, de unos bribones de alto copete que dejan escuálida a la población. Lamenta cínicamente que otros hayan hecho lo contrario de lo que prometieron. Quiere esto decir que si el Gobierno hubiera sido más socialdemócrata de lo que ha sido en tiempos difíciles, el bueno de Mariano habría aplaudido a Zapatero y habría abandonado la sede de Génova por la de Ferraz.

“No comprometemos cosas que nos gustaría hacer pero que sabemos que no podemos”, cree este candidato. O sea, que seguramente le “gustaría” el equilibrio social, no reducir derechos en sanidad y educación. No recortar libertades o prestaciones, no beneficiar a las rentas más altas ni facilitar la reducción de los salarios… O no volver atrás.

El líder del PP, con Aznar acechando en la sombra, se confiesa con ambigüedades en la prensa internacional y regala vaguedades entre nosotros. Da prioridad al empleo sin exponer ninguna medida contra el paro galopante. ¿Dónde están la productividad, la competitividad, la creación de puestos de trabajo o las energías renovables?

Así funcionan la moderación y el sentido común de Rajoy, partidario de la austeridad en todos los sectores y en la onda del plan de ajuste de Cameron, primer ministro del Reino Unido. Es decir, eliminar medio millón de empleos públicos, más desempleo y atajar la deuda sin que los de arriba muevan un solo músculo. A esto se le denomina el camino de la responsabilidad.

La crisis es la excusa perfecta para consolidar un conservadurismo puro y duro. Pasos de cangrejo, que sitúan a la gente al borde del precipicio, y razones poderosas para un creciente desencanto aquí, allí… Vale luchar contra el déficit, pero no empeorando las cosas o el nivel de vida de la población. Ni perjudicando especialmente a las familias con menos recursos.

Los mercados, la banca y otros poderes imponen el fundamentalismo de la ley del más fuerte. Los gobernantes más conservadores lo asumen con satisfacción y se olvidan de quienes piden un plan B. Rubalcaba recupera la etiqueta socialdemócrata, al margen ya de la actuación que haya podido hacer el Gobierno, con un discurso definido que contrasta con las deliberadas ocultaciones del Partido Popular.

La autocrítica siempre será buena. La defensa del Estado del bienestar, el fomento del empleo, la lucha contra la corrupción política o la calidad democrática son los ejes básicos de Rubalcaba. “No es lo mismo actuar con la tormenta encima que cuando ha pasado” pese a los oscuros nubarrones, manifiesta el aspirante.

¿Habrá aprendido el PSOE la lección de verdad para que los indecisos le levanten el castigo el próximo 20-N? Rajoy aguarda con su maleta para sentarse en Moncloa. ¿Tan fácil le va a resultar? ¿Los hoy descontentos votantes socialistas van a permitirlo?

Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos