El crecimiento y la creación de puestos de trabajo requieren planes e inversión pública y privada. La educación, la formación, una economía sostenible y los servicios públicos de calidad exigen políticas que no derrumben los más elementales derechos ciudadanos. Al sector de las finanzas, incluyendo a los movimientos especulativos de capital, hay que ponerle bajo control. Debemos superar entre todas las fuerzas de aquí y de allá el déficit económico y democrático, así como el poder conservador que domina la UE.
Es decir, una globalización basada en un modelo verdaderamente social. Naturalmente, sobran los paraísos fiscales y urge una tasa sobre las transacciones financieras. Una fiscalidad común y una adecuada redistribución de la riqueza para construir un presente digno y con perspectivas de futuro. Una banca pública transparente o un parque público de viviendas de alquiler.
Por supuesto, hacha de guerra contra el multimillonario fraude fiscal y que quienes tengan más recursos, gracias al sudor de la frente del vecino, paguen más y no se escaqueen. Como las grandes empresas que sólo declaran el 10% de sus beneficios por culpa de las exenciones y desgravaciones. O un 1% las grandes fortunas. Mientras, los recortes hieren y agrietan el mañana de millones de personas jóvenes y mayores.
De modo que son precisos más ingresos en las arcas públicas. Por ahí debe ir orientada una reforma del sistema fiscal. Recuperar la progresividad, aumentarla en cuestiones del impuesto sobre sucesiones y patrimonio y diluir las enormes desigualdades en los próximos años. Ahora acrecentadas y en vías de amplificarse más aún con la excusa de la crisis. La protección social decae y el Estado del bienestar se desvanece.
Ir hacia un nuevo modelo productivo es indispensable para vencer a un acartonado modelo económico con el soporte de la infumable y caciquil reforma laboral que sólo puede traer mayor precariedad y ningún brote verde. Innovar, formarse e investigar. He ahí los tres mosqueteros para fortalecer y ampliar el mundo de la industria.
Frenemos los ataques de la derecha extrema del PP o los que vengan de donde fuere. Sólo quieren reforzar su poderío, desprotegiendo a la clase trabajadora, y enterrar una democracia que no palpita. Hay dos vías de escape en el laberinto de la recesión. La de ellos, que nos sitúa en la creciente estrechez, o una salida social de la crisis. La que acabamos someramente de describir, además de otras medidas que ustedes añadan.
Marc Llorente es periodista y crítico de espectáculos